POLÍTICA, CONVENIENCIA, JUSTICIA Y LEY

La política y la conveniencia electoral quizás apuntaban a otra cosa, pero la Justicia y los jueces van por el lado propio, el de la Ley. Y la juez Lamela ha decidido que los delitos son muy graves y que hay riesgo, probado y comprobado, de fuga ejemplificado por Puigdemont. Así que ha enviado a Junqueras y siete consejeros a prisión.

Mientras los que iban, como aforados, por el lado del Supremo, han logrado, al menos, una prórroga de una semana. El juez si ha tomado, también, la precaución de colocarles vigilancia policial. Y cuando vuelvan, que lo harán, van a venir tentando la ropa y con muda preventiva. Por su parte el prófugo Puigdemont, y los otros cuatro que permanecen con él, responsable máximo y quizás espoleta final del ingreso de sus compañeros en prisión, permanece en Bruselas donde no tardará en llegar la petición de detención y extradición. Ira para largo.

En España la noticia judicial tuvo el efecto de la erupción de un volcán. Que avisaba con humos y fumarolas pero cuya explosión nos sacudió a todos sin excepción. Sobre todo a los políticos. La política y la conveniencia electoral quizás hubieran preferido otra cosa, un algo diferente, una especie de dejarlo así como un poco para después. Que se haría, era inevitable, pero tal vez en momento más oportuno. Y, ¿Quién sabe?, yo confieso que no sé, desde ese punto de vista eso “era lo mejor” y facilitaría mayor tranquilidad y una mejor resolución. Hay, eso también quienes piensan radicalmente lo contrario e insisten que el apaciguamiento ante el delito tan solo conlleva la sensación de impunidad de quien delinque y de quienes le secundan.

Desde luego los separatistas si que consideran que la resolución judicial le ofrece una ventana de oportunidad. Ellos y sus cómplices palanganeros de Podemos se han lanzado de inmediato por el camino del victimismo y de la confusión cargando la decisión de la Justicia al Gobierno y a los partidos constitucionales y ya de paso al propio sistema democrático español. Ya tienen consigna y cuerpo de doctrina que campanear.

Si me preguntan que cual es el efecto que en un lado y otro puede causar, tanto para el corto, como para el medio-21-D, o largo plazo pues, insisto, no les sé en absoluto decir. En esto de las conveniencias políticas hace mucho que se ha cansado uno de errar. Pero es que además, no viene ahora al caso en este aspecto el opinar. Porque la cuestión ha sido una decisión judicial, de una juez de la Audiencia Nacional, con independencia, libre albedrío y la Ley en la mano. El asunto es que se enjuicia un delito de una gravedad máxima: la violación de la Constitución la proclamación de la secesión de una parte del territorio español. Algo, un poco más serio, que conducir con unas copas de más, que eso también te puede llevar al trullo, aunque algunos piensen que como son separatistas y tienen cargos políticos puedan tener bula para delinquir. Y a lo mejor es la costumbre de hacerlo sin que les pasara nada lo que les ha llevado a suponerse tan inmunes como impunes.

La juez Lamela, desde el punto de vista jurídico y comparado, ha actuado, desde luego, al margen de cualquier posible conveniencia, y ateniéndose escrupulosamente a lo que tenía delante. Unos acusados, con mucho más que indicios, de delitos de extrema gravedad, nada menos que sedición y malversación. El de rebelión, que también iba en el paquete tal vez sufra cierta modificación quedándose en conspiración para la rebelión. Pero por el momento ahí está y aunque no, los otros dos ya suponen más de 20 años largos de prisión.

Con tales acusaciones sobre la mesa lo que ha valorado, como en tanto otros casos que hemos visto en los últimos años, han sido tres considerandos para tomar la decisión de presión preventiva: Destrucción de pruebas, que ha entendido suponía “una alta probabilidad”, Reiteración del delito, que ha estimado como de “alto riesgo” y la famosa cuestión de la fuga, que ha valorado muy lógicamente como probable por el “poder adquisitivo” de los encausados pero, aún más, porque un buen puñado de los imputados ya lo habían puesto en practica y “ya se han desplazado a otros países”.

Ese ha sido el auto y su primera conclusión. Prisión incondicional para todos menos uno, Santi Vila, que podrá salir con fianza. Luego por delante queda mucho más. Un recorrido, donde, sin duda, y en un cierto plazo de tiempo los ahora presos recuperarán la libertad antes de que se celebre su juicio. Su primera esperanza es que el Tribunal Supremo acumule ambos sumarios y su decisión al respecto puede ser diferente a la de la juez de la Audiencia Nacional.

También habrá que ver cual es la decisión que toma Puigdemont al ver a sus compañeros entre rejas ¿Tendrá el valor de regresar, unir a ellos su suerte y quizás mejorar la de todos con el gesto? . Eso si que sería una señal, de la que no hay ni rastro estos días, de dignidad.

Pero en lo que ahora me detengo y concluyo es en la sensación personal de todos los que hoy dormirán en una celda. E incluso en la de buena parte de la población tanto catalana como del conjunto de España. De una cierta incredulidad. Y más alla de rabia, tristeza, incomodidad o hasta aplauso, lo que también sobrevuela es una cierta incredulidad. Como si no fuera a pasar, como si no pudiera pasar. ¿Y por qué dada la gravedad de los delitos y los hechos se pensaba así? Muy sencillo, porque eran infinidad las veces que se había conculcado, bullado y escarnecido la ley sin que hubiera supuesto consecuencia alguna para quienes habían hecho de ello hábito y costumbre. Y ayer resultó que no. Que esta vez sí.

PD. El diputado Tardá soltaba el alegato en Al Rojo Vivo que vamos a cansarnos de escuchar. Presos por motivos políticos y delitos de opinión. El nada sospechoso Ferreras le hizo la pregunta esencial y la reflexión demoledora. “Usted es republicano e independentista y sigue en su escaño, y esta aquí expresándose libremente ”. Con ello se desmontaba la tramoya, la suya y la podemita : No están en prisión por sus ideas y opiniones, sino por sus hechos y la violación de las leyes.

Antonio Pérez Henares

viñeta de Linda Galmor