Un día como hoy se ha vuelto a demostrar que cuando uno se mete a político o jura lealtad a un partido , deja la dignidad en el perchero y sale a la calle dispuesto a prostituirse siempre que el precio que le paguen por dejarse sodomizar le parezca el adecuado.

No me estoy refiriendo en este caso al amoral Pedro Sánchez, a sus serviles cuates, ni tampoco a esa porción de ciudadanos indefinidos dispuestos a negociar con el atracador que ha entrado en su domicilio las condiciones para que no le robe todos sus enseres ni abuse sin preservativo de los habitantes de la casa.

 Es sobradamente conocida la calidad moral del presidente que más veces ha mentido y se ha contradicho de las promesas solemnes que ha hecho , pero lo que más me sorprende es la absoluta falta de liderazgo que existe en este país donde es sumamente fácil contagiar de indignidad, mediante pago, al jefe de la patronal, algunos obispos de la Iglesia, a empresarios, líderes sindicales, diputados de la oposición y a la madre del cordero si fuese menester, para que sean cómplices de una decisión que contradice todas las normas de decencia, respeto a la justicia y la dignidad de un país.

Yo entiendo a los ciudadanos catalanes que se sienten independentistas porque los sentimientos no hay que explicarlos y además nadie puede impedir que uno quiera imaginar cualquier idea o situación personal y colectiva.

No comparto en cambio la violencia ni el engaño de los fanáticos, pero comprendo a la gente honrada que quiere independizarse de España y desea que un dia la ley lo permita. Sin embargo, me estomagan los que se sitúan en tierra de nadie.

Me asquean – como ha dicho Fernando Sabater – “los moderados de las buenas causas porque de hecho fomentan las malas» en un tiempo en el que muchos ciudadanos catalanes están siendo perseguidos, aislados y machacados en sus derechos por el gobierno independentista, convirtiéndoles en víctimas de la cobardía o el oportunismo de los que no quieren mojarse.

Cuando Sánchez afirma que va a amnistiar a los políticos que delinquieron por buscar la concordia, ejerce una vez más la profesión de mentiroso que es la que mejor se le da, porque no hay concordia cuando los que van a ser amnistiados le hacen un corte de mangas y afirman que “el indulto es una prueba de la debilidad del Estado”.

Pedro Sánchez y su persona lo saben, y por eso no es de recibo que afirme que «la pandemia nos ha transformado todos» . A mí no, y a él tampoco.

Solo espero que como dice el ritual de los juramentos públicos, “ la patria se lo demande”.

Diego Armario

viñeta de Linda Galmor