
Gil De La Pisa, en su artículo del 8 de este mes, se pregunta en su titular, por qué se puede pensar, ante esta situación socio-política que vivimos, y que nos empuja por el acantilado. «Llevo años preguntándome -escribe-: ¿Qué tiene que ocurrir para que los españoles se den cuenta de que nuestra Patria ha tomado la vertiente imparable hacia el abismo de su desaparición como tal España?
¿Qué podría hacer yo para provocar a los únicos que tienen poder y armas para impedirlo y entiendan que «cada día que pasa», mueren españoles desesperados -y se suicidan-, que los negocios se arruinan para no levantarse más, que los pobres se quedan sin trabajo?,»
Esa pregunta se la hace también un servidor desde que empezó esta deriva criminal que sitúa en el 11-M, 2004. Se puede pensar lo que se quiera, somos seres pensantes, quizá pensar lo menos posible, o mejor, nada. Pensar demasiado conduce a la locura o a la muerte.
Larra se pegó un tiro a los 28 años, suponemos que de tanto pensar. Un servidor utiliza su seudónimo, ya mucho antes de escribir en El Correo… como antídoto contra la envidia. Bien sabemos qué pasa con ese pecado capital que es el sexto
La única trascendencia que puede tener este hecho de escribir, es esa. Así que mejor, cortar por lo sano. Somos cuatro gatos los que nos alimentamos de este pastel espiritual, que no material, entre los que no suele haber problemas. Para el resto pasamos desapercibidos hasta el día que tengan que atacarnos. A Larra lo conocen únicamente porque se pegó un tiro.
Estamos en un país negativo que solo va a la contra. Escribir por amor al arte es un acto de amor a la Patria, por la que suele darse todo, cuando se tiene un mínimo de decencia. Eso es amar al prójimo y pensar bien es el origen. Y Dios tiene que premiarlo.
Por otra parte, pensar en lo que tenemos encima, destruyendo nuestra Patria, que somos nosotros, es pensar lo peor imaginable. El pensar es nuestro castigo, como el mayor delito del hombre es haber nacido. Es nuestra cruz, y debemos dar gracias al Altísimo de poder llevarla con resignada ilusión. Son muchos los que no pueden hacerlo o son incapaces, y desde ese lado somos privilegiados.
Podremos servir al prójimo mejor así, y eso es maravilloso. Pues la mayor satisfacción que recibe un hombre es ver que es útil a los demás. Está claro que el bien existe y lo identificamos con Dios, mientras que el demonio -por mucho que se disfrace- está con los enemigos de Dios, España y la civilización. Está en mitad del gobierno de coalición, entre los malos y los peores.
Me gusta mucho todo el artículo de Gil de la Pisa, y hasta encuentro afinidad en mi línea estética y de pensamiento. Esas mismas preguntas me las hago todos los días, sin que nadie me las conteste. Pero así y todo, ya es bueno hacérselas. ¿Cuándo se cansará la izquierda de hacer daño? Si el periodismo ha de ser la ética de buscar la verdad y proclamarla, que me digan por qué el rey se baja los pantalones ante un pistolero que ejerce de presidente, y firma los indultos de los catalanes.
Un Rey firmando su decapitación. ¿Eso es dignidad? No se entiende, cómo Lola, de Garzón, hace un código ético, poniendo por delante, para los demás, los delitos que esa pareja lleva cometidos. Esta gente llega al descaro y desvergüenza sin el menor rubor. Pero entendiendo a los sujetos actores claro que se entiende todo. El demonio lo primero que hace es negar su existencia.
Y estos sujetos están endemoniados. El mal está palmariamente metido en todos ellos, que consiguieron hacerse con más de media España; en parte, porque sus votantes son como ellos y quieren el mal que prodigan. Hunden el mismo barco por ahogar a los demás viajeros. Recuérdese la conducta del escorpión y la rana. Son de esa condición suicida, y no por pensar mucho, si no por pensar siempre mal hasta el extremo del odio que les enferma.
Gil de la Pisa, alude además de, al monarca, a los altos cargos de la milicia, y a todos los que por desatender su responsabilidad permiten esta hecatombe. Creo que muchos de los altos generales desatendieron su juramento y dejaron el paso libre a la corrupción. Se dejaron seducir y corromper y hoy el Honor les brilla por su ausencia. Algunos lo vendieron por treinta monedas.
Los valerosos soldados que tiene que haberlos están amordazados de pies y manos. No puede ser que todos hayan sucumbido a esta destrucción. No puede ser que para ellos la defensa de la Patria no sea lo principal de sus vidas y que el juramento de fidelidad a la Bandera haya sido una broma. La mentira, la manipulación del mensaje y la corrupción generalizada son las armas de la izquierda. Y hasta ahora no hubo nadie que les metiera mano. No hay una oposición organizada que les haga frente y siguen abusando más cada día. La casta política que empezó en la izquierda es el origen de todos los males.
Luego la mala administración nacional y el latrocinio continuado. Los hechos los borran del pasado, para que no existan ni sirvan de obstáculo en su carrera criminal. Eliminan la historia cuando no la manipulan y tergiversan. Su obra diabólica es perfecta y va adelante, porque el demonio está detrás. No tiene otra explicación. «España está ya en manos de los criminales de ETA y del separatismo catalán», afirma De la Pisa. Más claro, agua. ¿Qué esperar cuando al rebaño lo cuida una manada de lobos?
Despedazar España. El problema origina que se suicidan más de los que nos cuentan porque esas noticias no las dan, ni hacen estadísticas fiables; se suicidan por impotencia y desesperación. Pero todo eso no vende; no lo va a contar un gobierno obsesionado en la buena propaganda de su mejor imagen. Un gobierno de la mentira y falsa imagen sobre la que edifica su obra.
¿Qué le va a importar que la gente muera a millares? Al contrario, eso le hace gracia. Media España opta por el suicidio al pensar mal, también por el gusto de hacer daño a la otra media que no es así, opta por lo peor al no creer en nada, y menos en que hay algo superior al hombre que no manda eso, opta por su mala educación adquirida, por su mala voluntad, y al no tener principios, ni valores, pues sus fines son la desesperación y la muerte.
Y si en el camino se llevan por delante a los demás inocentes y dejan a España ardiendo por los cuatro costados, pues se alivian al tiempo de morir. Ese es su objetivo morboso.
«El diablo quiere destruir España», según Benedicto XVI. ¡No puede ser mayor verdad!
Fígaro ( El Correo de España )