
Monedero lleva con la soberbia la estafa, como los forajidos que sacan pecho, a ver si cuela, en defensa de una honradez con techo. Porque ya se sabía que defraudaba y aprovechaba chanchullos bolivarianos, en la jeta lleva la sombra de presidiario con esa pose de purificador de conciencias que nadie se traga.
Va el muy confiado por las tertulias acelerado con la consigna de la corrupción que él se toma a píldoras, a saber si con otras evanescentes , doblemente acelerado. Que las ideas chirrían cuando proclama sus moralinas, con la sospecha de que atufa allá por donde patina. Como en Venezuela, asesor de la ruina, como el otro enriquecido, con moño, antes coletas, consejero de la muerte.
El trio calavera, iglesias-errejón-monedero se la juega con la justicia, de cuando se llenaron los bolsillos arruinando venezolanos. Y es que para estafar hay que recordar la mentira que lleva la pandilla quedando en evidencia, una buena ristra.
Pues no se le ocurre al presunto delincuente que justificar oscuros pagos con una factura falsa en Domingo y numerada uno. Se imagina al Iglesias disputar al engendro «en qué estarías pensando» que de aquí nos meten presos.
Porque una cosa es que se echen balones fuera, gracias a la Delgado, y otra que vayan a poder amontonados los casos. Que de Neurona se habla como intríngulis de estafa, usando la política de tapadera para encubrir un historial de años. Ni un solo podemita se libra de esta maldita termita que es la sombra de la justicia planeando sobre sus cabezas. Y para más inri se montan la Neurona aquellos que demuestran carecer de inteligencia.
A Monedero se le empañan las gafas con el sudor de la frente pensando que metió la pata de modo tan estridente.
Hay que ser gilipollas.
Ignacio F. Candela ( El Correo de España )
viñeta de Linda Galmor