
La experiencia es un grado. ¡Qué nos van a decir a los españoles después de cuatro años sufriendo a Sánchez y cía en el poder! Primero fue con la pandemia. Que sin haber acabado ahí sigue de fondo, como en el olvido, con su aún latente impacto económico y sus trágicas y persistentes secuelas sanitarias.
Pero ahí sigue, no lo olviden. Y ahora el conflicto bélico. La guerra pues, hoy, como coartada para todo como hasta hace dos días el Covid. ‘Saldremos más fuertes’, es el eslogan que seguro ya circula por la cabeza del presidente, que cree haber encontrado la cobertura perfecta para los efectos trágicos de su acción de Gobierno que han terminado por gripar la economía.
Una vez más la realidad manda las previsiones triunfalistas de Calviño y su equipo al santo garete. Una realidad que nunca han querido tener en cuenta para un escenario, el más tensionado como dicen los técnicos, que no han querido prever.
Lo peor, que la invasión rusa de Ucrania justificará todo lo que esté por venir. Bueno que ya está viniendo: nacionalizaciones -sobre todo de empresas estratégicas, vía Sepi-, hiperinflación, menor crecimiento económico, destrucción de empleo… y, si fuera preciso, unas elecciones anticipadas con el PP fuera de juego. ¡Si esto no es haber nacido con una santa flor en semejante parte del cuerpo…!
Eso sí, y por si acaso, el jefe del Ejecutivo quiere abrir distancia con sus socios podemitas -históricamente en la cuerda prorrusa, y pro-Putin, sí-, presentando en su homilía propagandística de ayer ante el Congreso -y tras rectificar y anunciar el envío de material de defensa a la resistencia ucraniana y pedir el endurecimiento de las sanciones económicas a Rusia-, el llamado Plan Nacional de Respuesta al Impacto de Guerra que persigue actuar en dos frentes, el nacional y el internacional.
¡Casi ‘ná’! Y que le apoye, si eso y por supuesto, con los ojos cerrados el PP con un pacto de Estado trampa. Todo es la guerra y si no me apoyas eres un antipatriota. Tremendo dislate.
Mientras, mucho miedo en el seno del Banco Central Europeo, donde presidenta y segundo de a bordo se hacen un Sánchez y dicen que la guerra lastrará la economía europea. De nuevo, un conflicto como capa que todo lo tapa para justificar que la economía ya estaba averiada mucho antes de la pulsión destructiva de Putin.
La inflación corroe al mundo como una nueva y virulenta cepa pandémica y a algunos les tiemblan las canillas pensando que semejante presión se traslade a los convenios y termine de llevarse por delante a las empresas que han sobrevivido al Covid.
¿Hasta cuándo aguantarán los sindicatos calladitos mientras los trabajadores van perdiendo poder adquisitivo mes a mes? Lo mismo hoy podríamos tener noticias.
María Jesús Pérez ( ABC )