
Se han cumplido cuatro años desde que en 2018 Pedro Sánchez ganó la moción de censura a Mariano Rajoy y accedió a la presidencia del Gobierno.
Más que cuatro años, parecen haber pasado muchos más.
Pedro Sánchez ha socavado principios democráticos básicos que ningún presidente antes se había atrevido ni siquiera a insinuar; ha intervenido y colonizado las instituciones esenciales del Estado; se ha entregado al independentismo y al blanqueo de Bildu; su agenda ideológica es revanchista; sus leyes sociales están diseñadas para fracturar a la sociedad; y ha anulado al PSOE como un partido progresista, constitucionalista y abierto al debate y la discrepancia interna.
Si a ello se suman una pésima -e ilegal- gestión de la pandemia y una ceguera preocupante en la política económica ante la gravedad de la crisis, el resultado debe ser muy diferente a la euforia con la que ayer celebró aquella victoria con sus grupos parlamentarios.
Definitivamente, Sánchez vive en un mundo irreal.
ABC