Al menos eso es lo que cree esa prensa canalla y pesebrera que tenemos en España, que, si le dan la espalda a la realidad, simplemente esa realidad no existe. Pues están muy equivocados.

Ya debería estar el pueblo español harto de tanta mentira, de tantos silencios cómplices y de tanta prepotencia informativa debida, fundamentalmente, a las cuantiosas subvenciones que tanto la prensa, como la radio y las cadenas de televisión, al menos la mayoría de ellas, reciben de este gobierno traidor con el fin de mantenerlos callados y que tan solo se hagan eco de aquello que vaya en beneficio de los intereses de los que mandan, en este caso socialistas y pijoprogres comunistas.

Todavía estamos esperando que algún medio de comunicación, de esos que llaman generalistas, nos informe con claridad meridiana sobre la pandemia china que acabamos de dejar atrás, nos cuente lo que realmente sucedió y señale, con el dedo acusador, a los responsables más allá de remitirnos a los siempre interesados comunicados oficiales como si se tratase de una suerte de Boletín Oficial del Estado.

Ese mismo silencio cómplice que han observado a lo largo de los dos últimos años lo reiteran ahora con relación a lo sucedido este pasado domingo en Madrid cuando miles de españoles -unos dicen que 400.000, otros dirán otra cifra pero eso es irrelevante- tomaron literalmente las calles de la Capital de España para protestar contra este gobierno miserable que dilapida nuestro dinero en chiringuitos feminazis, lgtbijk…, ecologistas, animalistas, sindicatos -los de la barricada a la mariscada-, patronales, sueldos de fábula a miles de amiguetes asesores, etc., mientras el campo y la agricultura y la ganadería se mueren de asco, nuestros transportistas están en la ruina más absoluta, las pocas industrias que quedan se cierran y el pueblo español nota que el dinero cada día alcanza menos el siempre añorado fin de mes.

Si esta prensa pesebrera y canalla tuviera un mínimo de decencia profesional, que no la tiene más allá de servir a su amo, cada día, en primera plana, nos encontraríamos con noticias que diesen cuenta de la alarmante situación que vive España y los españoles por mor de este gobierno de sainete malo de esos que ni llegan a ser lo que se llamaba “un pasillo de verano”. Sin embargo, lejos de eso, hacen como el avestruz, esconden la cabeza debajo de las alas o miran para otro lado, creyendo que, si no hablan de ello, es que simplemente no existe.

Sobre el papel dicen que no existe la censura, sin embargo, qué más censura que la derivada de las subvenciones, es decir, si no pones lo que a mi me complace, si te haces eco de aquello que vaya contra mis intereses, si me criticas, entonces no recibes un euro, aunque eso sí, los miles de euros que perciben los pagamos todos los españoles con nuestros impuestos.

Afortunadamente, cada vez son más los diarios digitales, las emisoras de radio, incluso alguna cadena de televisión que nos permite conocer la realidad de las cosas que están sucediendo, más allá de lo que puedan informarnos esos medios comprados, con nuestro dinero, por este gobierno canalla.

El pueblo español se puede hacer el dormido pero no es tonto, nunca lo fue y, por tanto, busca otras fuentes para saber que, el pasado domingo en Madrid, miles de compatriotas, de esos que no viven de la mamandurria, de esos que no dilapidan el dinero en chiringuitos de amigotes, de esos que no gastan el dinero público en putas y en mariscadas, de esos que no se atreven a decir con todo descaro que debemos tener la calefacción de nuestra casa a 17º, de esos que no van a protagonizar series televisivas para engordar más su vanidad enfermiza, tomaron las calles de la Capital de España para decir que ya están hartos de trabajar como burros de sol a sol, pagar impuestos abusivos y de que su dinero se dilapide en las estupideces de esas memas sin formación alguna que ocupan carteras ministeriales y por más que la prensa canallesca se obstine en mirar para otro lado, en callarlo, es una realidad palmaria y que será, en definitiva, la que, más pronto que tarde, eche a toda esta gentuza que nos desgobierna.

Eugenio Fernández Baeallobre ( El Correo de España )