SIN PERDÓN. SIN CONTRICIÓN

A LO LARGO de estos últimos meses he asistido día a día, con gran tristeza, al juicio del procés. La democracia española, aquella por la que murieron miles de personas por defenderla en la Guerra Civil y otras muchas fueron al exilio, más las represaliadas durante la dictadura franquista, no se merecían esta representación teatral.

Tampoco ninguno de nosotros que luchamos porque las otras lenguas españolas fueran reconocidas como cooficiales, y respetada y cuidada la cultura que emanara de las mismas.

Quienes han llevado a la democracia a semejante abismo, sean condenados por rebelión o sedición, de mí solo merecen desprecio.

No únicamente fueron perjuros sino que, además, traicionaron al resto de sus compatriotas. Su intención (aquella que su cobardía reprimió por un instante) no únicamente era separarse de su país de más de quinientos años (a pesar de sus ficciones históricas) sino también y, sobre todo, destruirlo.

Porque esa siempre fue, es y será, su propósito. Destruir a su país, destruir la democracia, destruir a Europa y sembrar el caos

César Antonio Molina ( El Mundo )