
TODOS RENTISTAS
Lo primero que hacen los comunistas en el gobierno es cargarse a sus enemigos, empezando por los socialdemócratas (lacayos de la burguesía para ellos). Si no lo hacen en España es por haberles facilitado el acceso al poder, junto a su último objetivo: empobrecer al país y a sus habitantes. No estoy bromeando. Es mucho más fácil igualar por abajo que por arriba.
Gobernar un pueblo al que se le garantizan los elementos esenciales para vivir, un techo, aunque sea compartido; un trabajo, con salario miserable, pero tampoco se le exige que se mate trabajando; una educación, sólo hasta cierto nivel y una sanidad rudimentaria, tras negarle las libertades más elementales como es la de opinión y la de elegir a sus dirigentes, es más fácil que gobernar en democracia.
Fue el régimen de la Unión Soviética, que aún perdura en la actual Rusia, y el que han intentado exportar al resto del mundo con éxito irregular: allí donde han podido -como en Europa del Este- se lo han quitado de encima. Donde no -Cuba, Venezuela y otros- siguen con él a la fuerza y por haber quienes prefieren poco, pero seguro que mucho y arduo.
En España hemos tenido un ensayo en la Andalucía del PSOE, la del «Oye chaval, ¿en que trabaja tu padre?» «En el paro». O, como me contó un propietario de naranjos en la vega del Guadalquivir, al que le dicen algunos peones «Contráteme sólo por tres meses, que luego, con el paro y alguna chapucilla me arreglo».
Y, ahora, el gobierno Iglesias-Sánchez quiere ampliarlo a toda España con el «Ingreso Mínimo Vital», especie de renta para las «familias más vulnerables», compatible con lo que reciban de su comunidad e incluso de otros trabajillos. Se habla de un millón de familias, tres millones de personas, y unos 500 euros mensuales, que podrán subir a 900. Además, no sólo durante esta crisis, sino permanente.
De lo que no se habla es del coste, aunque se reconoce que será «alto». Menos aún, de cómo va pagarlo la Seguridad Social, que arrastra un déficit de 17.000 millones de euros, ¿Quién lo financiará? Si subir los impuestos significaría la bancarrota de aún más empresas de las que se predice, no habrá otro remedio que emitir deuda pública, que alcanzará el próximo año el 115% del PIB. Más déficit y más paro.
El único que puede sonreír ante tal perspectiva es Iglesias por lo que les dije al principio del empobrecimiento general. Se ha impuesto a los ministros más conscientes de lo que eso significa, empezando por Nadia Calviño, que en Bruselas velaba por unas finanzas equilibradas.
Incluso Luis de Gindos, hoy en el Banco Central Europeo, aboga por una «renta mínima temporal». Pero Sánchez necesita compensar su derrota ante el virus con un triunfo, que puede ser hacer rentistas a los españoles más necesitados.
¿ O sólo a los que prefieren vivir del paro, como el naranjero ?
José María Carrascl ( aBC )
viñeta de Linda Galmor