
TRAPECISTA SIN RED
Al anunciar su disposición a pactar con el PSOE de Pedro Sánchez, después de meses alardeando de no querer nada con él, ¿dónde se ha pegado un tiro Albert Rivera, en el pie, en un brazo o en la sien? Es demasiado pronto para decirlo, pero que ha quedado malherido no cabe duda.
Transformar aquel no rotundo en un «volvamos a entendernos», suena a capitulación, sólo explicable por una caída en picado en las encuestas, como el doble salto mortal de trapecista sin red, confirmando todo lo malo que se ha venido diciendo desde que irrumpió en la escena política catalana con una apuesta tan atrevida como ésta, aunque no tan peligrosa: pues entonces se trataba de llenar el hueco dejado por el PP en su empeño suicida de entenderse con los nacionalistas, que lo piden todo sin dar nada.
Le salió bien: su partido, Ciudadanos (otro acierto pues en Cataluña son muchos los que se consideran súbditos de segunda fila), e incluso llegó a ganar unas elecciones autonómicas. Puede que aquel triunfo se le subiera a la cabeza y empezara su desgracia porque, en vez de aprovechar la oportunidad para convertirse en el único partido «españolista y constitucional» en Cataluña, fijó su meta en Madrid, donde se trasladó con su estado mayor para disputar al PP el liderato de la oposición, desde el centro geográfico y político.
Para encontrarse aliado con la extrema derecha. De ahí en adelante, todo le ha ido cuesta abajo, hasta esta última voltereta que puede costarle muy cara, al confirmar su fama de veleta y poco de fiar, que restan votos y posibilidades en un país de firmes posiciones.
Sufre no sólo Rivera y Ciudadanos, sino al resto. El primero en reaccionar ha sido el que venía implorando su apoyo. La reacción de Sánchez no ha podido ser más fría: «No pedimos su apoyo, sino que no bloquee», como temiendo que sea un socio peor que Iglesias.
Errejón también sale dañado: pensaba presentarse como una izquierda flexible, transversal, pero acentúa las dudas sobre estos nuevos partidos comandados por jóvenes que nadie sabe por dónde van a salir. A Iglesias no le favorece ni le daña, pues poco trasvase había entre las dos formaciones.
El único que puede salir beneficiado es Casado, al confirmarse la vuelta al bipartidismo. Pero tendrá que tener cuidado de no cometer errores para recuperar al menos parte de los que se le fueron con Rivera. Si no se quedan en casa, cabreados.
Lo único seguro es que esta campaña electoral va a ser tan corta como intensa, tan llena de sorpresas como de trampas. Y que Cataluña va a jugar un importantísimo papel en ella. La sentencia del «procés» está a caer y la reacción será tan ruidosa como taimada, dos características del secesionismo.
Otro factor importante será la economía. ¿Se confirma la recesión? Con un Zapatero hemos tenido bastante y Sánchez parece más interesado en pactar con la derecha que con la izquierda. La incógnita es ¿qué derecha? Porque hay varias, cada una de su pelaje. Y no todas quieren pactar con él.
José María Carrascal ( ABC )