El señor uniformado de la derecha sigue siendo hoy un coronel, al que sus propios compañeros y competidores con él, en votación secreta, eligieron como el coronel que debería ser a su juicio, el número uno para ascender a general de la Guardia Civil. Y la rabieta de un mierda, se lo impidió. Lo ben-diga la Audiencia Nacional o el sursum corda. Veremos lo que acaba diciendo el Tribunal Supremo, al que imagino recurrirá el coronel.

Este coronel era el Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de la demarcación de Madrid, sita en la localidad de Tres Cantos de Madrid, que no es un comandante como vienen repitiendo equivocadamente muchos medios. Esos que suelen hablar de lo que no saben. Es un coronel, el grado inmediatamente inferior al de general de brigada. Lo que pasa es que cuando se trata de un general, los políticos meten sus manazas en el ascenso.

La negativa a que los políticos, incluido el de máximo rango, que no de valía ni decoro, metiesen sus narices en una instrucción y decidiese, como no podía ser menos, cumplir la Ley y proteger a sus subordinados, le ha costado su ascenso, bajo la excusa de la pérdida de confianza, como si el trabajo de los guardias civiles pueda ser puesto en cuestión con esa muletilla de la que echan mano para sus desmanes la mayoría de la piara política.

Los hombres y mujeres guardias civiles, son hombres y mujeres de honor. Es su divisa, su única y máxima divisa, en su vida y en el muy sacrificado desempeño profesional, en favor de todos los españoles. Con frío, con calor, salvando vidas en las carreteras o en las cumbres de las altas montañas, arrestando delincuentes de todos los pelajes, luchando contra las llamas y en el mar, salvando vidas y haciendas. Siempre los primeros en el riesgo, siempre mal pagados.

El coronel Pérez de los Cobos dio la cara por España en Cataluña, mientras otras catervas de políticos la atacaban y otros se diluían y se ocultaban en los gravísimos momentos, al tiempo que los hombres y mujeres a sus órdenes, guardias y policías, eran vejados, insultados, expulsados de los hoteles y comiendo basura, cuando no pasando hambre. Nadie fue a ver dónde dormían y cuales eran sus menús, que comparados con la cartilla de racionamiento de nuestra postguerra, ésta era manjar de dioses. Allí no fue a dar la cara ningún mierda.

Por ello, este coronel, por su trayectoria de sacrificio por España, luce en la parte izquierda de su guerrera la botonera de 20 medallas, que por algo bueno habrán merecido quedar escritas en su Hoja de Servicios, cosas dignas que para sí ya querrían lucir muchos mierdas, que solo lucen indignidades y los trágalas de un psicópata narcisista.

A los guardias civiles, no hace falta que nadie les diga que Pérez de los Cobos no ha ascendido a general, porque en su fuero más íntimo seguro que así le reconocen ya que no siempre en la milicia todo es un grado más o menos. Hay quienes no lo tienen pero en este caso todos, compañeros, subordinados y ciudadanos se lo reconocen.

No hacen falta que vengan a decírnoslo unos jueces, ni mucho menos uno o unos mierdas que en lo único que militan es en el piélago de mierda en que se rebozan.

José Enrique Villarino Valdivielso ( El Correo de España )