
Los métodos y estilos de la Mafia han ido cambiando , pero la organización criminal no ha desaparecido solo se ha transformando, como la materia que nunca se destruye.
Lucky Luciano , Carlo Gambino, Al Capone o Frank Costello corrompían a políticos y policías, pero la modernidad hace tiempo que llego a las organizaciones mafiosas y ahora no necesitan comprar voluntades ni amenazar a funcionarios públicos, porque algunos de ellos han accedido directamente al poder institucional, y los atracos ya no se hacen a mano armada sino a golpe del Boletín Oficial del Estado.
Ahora no tienen que negociar la inmunidad porque la tienen por ley y están amparados por normas y fueros ad hoc que, en caso de cometer delito fragrante solo podrían ser juzgados por el Tribunal Supremo que está compuesto por jueces que han elegido ellos para que cuando les toque comparecer, algunas togas se manchen con el polvo del camino.
Esa previsión de autoprotección está tan de actualidad y es tan notoria que el retraso desde hace tres años en la renovación del poder judicial tiene que ver con los jueces ad hoc que quieren nombrar los dos partidos mayoritarios y los socios de Sánchez, aunque el Presidente del gobierno es al que menos le urge porque está modificando tipos penales o cambiando leyes con la colaboración entusiasta de políticos que representan y trabajan para delincuentes procesados, condenados o huidos de la justicia.
Resulta desolador el manoseo pornográfico que hace el presidente del gobierno de los asuntos de Estado pero al mismo tiempo reconforta que se oiga una voz que clama en el desierto como un martillo pilón ante el sotto voce de los políticos varones que cuidan la educación y las formas ante el macarrismo faltón del director de orquesta y su coro de ministros, ministras y ministres que a una sola voz gritan contra una mujer que gobierna sin complejos en la Comunidad de Madrid.
No he presenciado en mi puñetera vida un caso igual de acción coral contra una dirigente de una Comunidad autónoma en la que participan políticos, sindicatos, periodistas, actores, gente con seudónimo, viejos que se llaman intelectuales, y más otro personal de indefinida condición que viven en otras regiones de España pero que al parecer lo único que parece que les preocupa es lo que sucede en Madrid.
No sé si esa legión de ciudadanos honestos y temerosos de Dios toman dormidina por las noches para conciliar el sueño cada vez que leen una encuesta sobre estimación de voto en la Comunidad de Madrid, pero el hecho de que ella se haya convertido en el martillo pilón de un sospechoso que viaja en Falcón dice mucho de la reacción fóbica de quienes no la soportan porque es una mujer que no se rinde.
La rebaja de la pena para los delitos de sedición a los golpistas que sostienen a Sánchez en el poder solo para seguir aprovechándose de su debilidad y falta de ética, define al felón y a sus vasallos porque, en este caso, no podríamos aplicar el vigésimo verso del Cantar de Mio Cid que reza :
“¡Dios que buen vasallo si oviesse buen señor!
Diego Armario