
UNA SENTENCIA CUSTODIADA
La próxima vez que usted vea un sumario o una sentencia filtrada a los medios, también en este diario, tenga la completa seguridad de que un juez, un fiscal o un funcionario tienen algo que ver. Cuando ellos ponen empeño, no hay fallo que se adelante a los plazos legales ni cauces oficiales. Se ha demostrado con el Caso Nóos. Nada menos que mil folios ocupa toda la literatura del veredicto, y ni un párrafo fue deslizado a la Prensa.
La Justicia puede extraer de aquí dos sabias conclusiones para mejorar su imagen: que si un magistrado guarda celosamente sus resoluciones, no hay periodista que las anticipe, y que los chivatazos suelen partir de voces interesadas, incluidas las de quienes acusan, defienden o condenan. Lejos de custodiar sus documentos, algunos los instrumentalizan como parte de una estrategia mediática que debería estar perseguida y castigada. La megalomanía justiciera puede llevar a un juez a adoptar una superioridad moral que no se corresponde con ninguna ley, ni divina ni de los hombres.
El Astrolabio ABC