VICTIMAS AGRADECIDAS.

Para los políticos de la camada mal preñada de Artur Más y del resto de independentistas catalanes, el dinero no importa porque dicen que no es de nadie. Por eso se lo gastan en lo que sea menester cuando se trasladan a Madrid junto a una patulea de corifeos y de estómagos agradecidos que les acompañan ante los juzgados, como hacían los batasunos con sus delincuentes.
Lo más llamativo que sucede en Cataluña con este asunto mortecino del «procés» es que al menos la mitad del censo de los ciudadanos se deja robar alegremente por los impresentables que les están llevando a la ruina. Lo único que tienen a su favor las víctimas de este expolio es que los descuideros que les afanan el parné son unos profesionales experimentados en el trinque.
En el resto de España los ciudadanos, indignados con los corruptos, los insultan a su llegada a los juzgados, los ponen de chupa de dómine, los denotan en la redes sociales y cuando les condenan lamentan que las sentencias, a su entender, sean leves. En cambio quienes sufren el expolio de sus ingresos y haciendas en Cataluña por parte de sus ladrones de guante blanco, los vitorean, los comprenden y los acompañan a los juzgados solidarizándose con ellos.
 Lo dramático no es que mientan compulsivamente, nieguen el asalto a la economía pública y privada que vienen haciendo desde hace decenios y que dediquen millones de euros, no presupuestados para ese fin, a jalear el intento secesionista, sino que lo hagan con el aplauso de las víctimas de sus excesos.
¡Extraño, país en el los que sufren las demasías de quienes lo expolian y llevan al precipicio, forman parte de la cohorte de sus aduladores!
Nos sé si el mérito hay que otorgárselo a lo bien que mienten los trincones que expolian la hacienda y amargan la vida de sus víctimas, o por el contrario hay que reconocer que muchos ciudadanos en Cataluña están hechos de una madera singular, con vetas de generosidad sin límites, que se sacrifican con alegría por un estado independiente soñado.
Tal vez estén aplazando para ese momento la exigencia de responsabilidades a los cleptómanos de hoy, persuadidos de que cuando sean independientes dejarán de robarles, pero deberían abandonar toda esperanza de que se rehabiliten porque la mano del trincón siempre tiende a meterse en el bolsillo ajeno.
Ayer Artur Más, en una entrevista en la Sexta le dijo a Ana Pastor sin pestañear; “Si me pregunta si existió el 3%, mi respuesta es no. Lo puedo decir alto, pero no más claro”. ¡Eso es un profesional!
Diego Armario