La gente  no debería mentar la soga en casa del ahorcado, la bicha  en la hacienda del supersticioso y los cuernos delante de un hombre que llora con desconsuelo, y eso debería saberlo Pablo Casado,  que ayer no supo frenar a tiempo  el reproche que le hizo a Santiago Abascal   por combatir ahora políticamente  al Partido Popular, formación política que “le había dado de comer durante catorce años.

Si   el de VOX hubiera querido bajar al barro podría haberle dicho  “¿Y eso me lo preguntas tú que llevas un montón de años haciendo lo mismo que hacía yo?”, pero debió pensar que entre bomberos no deben pisarse la manguera y se tragó la rabia junto con la humillación.

Vamos a ver – que diría el juez Marchena –  que levanten la mano los políticos que llevan viviendo  toda su vida a costa de los cargos que tienen en sus partidos  e instituciones, sin haber pisado jamás una empresa privada o pública a la que hayan accedido por sus propios méritos profesionales.

Son tantos y ocupan o han ocupado funciones tan destacadas en el Parlamento,  la Presidencia del gobierno, ministerios, portavocías, empresas públicas  y chiringuitos varios, que posiblemente no existe una Organización benéfica en España que haya acogido en su seno a tantos mediocres como damnificados de lujo.

Por lo general los políticos españoles tienen un acuerdo tácito que consiste en no oponerse a ninguna de las ventajas económicas de las que disfrutan gracias a su condición de servidores públicos que viven mejor que gran parte de los contribuyentes que les pagamos el sueldo, y por eso aunque simulen que no se soportan practican la omertá cuando se trata defender el chollo común.

Cuando se dice que nuestros políticos están mal pagados en comparación a los sueldos que cobran los parlamentarios de otros países de nuestro entorno, nadie añade que también ganan menos dinero en España los médicos, enfermeros, profesores, ingenieros o abogados, con la diferencia de que esos profesionales están sometidos a la inestabilidad del mercado y los políticos no.

Estos momentos en los que la pobreza planea sobre millones de españoles junto con la amenaza de la enfermedad ,  no son los más indicados para hablar del sueldo de los privilegiados improductivos que llevan demasiado tiempo sin hacer bien su trabajo.

Diego Armario

viñeta de Linda Galmor