
Somos un país de traca con un gobierno de delincuentes que no tiene ni la más remota idea de llevar a una sociedad hacia algún sitio que no sea el caos y la destrucción. Nuestras fronteras no existen, se nos cuelan en pateras por mar, y también por tierra y aire.
Lo de la invasión de «jóvenes bien preparados» llegando desde Marruecos con la verja fronteriza entreabierta y cubriendo como un tsunami de inseguridad Ceuta y Melilla primero y luego con la dispersión de estos desde Andalucía inundando al resto de España.
Una situación que tiene que explotar por algún lado y que no se puede mantener a costa de la ciudadanía harta de este caos socialmente impuesto por estos que viven en un mundo de coche oficial y Guardia Civil en la puerta y que les importa una higa todo lo que entra aquí con su consentimiento maquillado de farisea solidaridad.
España es un país quebrado económicamente por esta gentuza que nos desgobierna ganando sueldos de escándalo y con un tren de vida que pasma a cualquier ciudadano común y corriente. Aquí en la puerta de nuestras casas hay un nivel de pobreza tal que aterra, aunque no salgan en las teles y demás medios regados con dinero podrido. Las colas del hambre son cada vez más numerosas.
Hay familias enteras, aquí, no en Uganda, que no tienen nada y que además no reciben ninguna ayuda tangible de todos estos políticos nacionales, autonómicos o municipales por la sencilla razón de que les dan igual las personas de aquí porque les dan más rédito político las gentes de cualquier parte sufriente del planeta, aunque les importe un rábano lo que suceda más allá de la arenga y de la foto…
¡Cómo huelen estos bastardos! pensará la ínclita Margarita Robles mientras hace un paripé obsceno al pie de un avión en Torrejón de Ardoz, porque los que vienen no son solo personal español destinado en ese país, que sería lo suyo, pues no, se traen a todos lo que se pueda para dar una imagen de buenismo a este país de fariseos y proporcionarles un no sé qué a costa de todos nosotros y yo me pregunto, vale, somos muy buenos y caritativos pero ¿qué hacemos después de la foto con esta gente?
Yo soy de esos que opinan que la caridad bien entendida empieza por nosotros y que hay aquí mucha gente necesitada y organizaciones como Cáritas Diocesana, La Fundación Madrina, Las Hermanitas de los pobres y todas las parroquias anónimas que ayudan sin ningún apoyo estatal y que merecen un reconocimiento que no piden y una ayuda que yo les solicito encarecidamente, porque lo demás es marketing coloreado y terrible.
Alejandro Descalzo ( El Correo de España )