Hoy toca ponerse el “mocaor” y el corazón valenciano, aunque sea por adopción. Treinta y siete años viviendo en la bella ciudad del Turia dan para mucho, para enamorarse de su luz, de su gente, y de su manera única de celebrar la vida con fuego, pólvora y dulce,. Por eso, en este 9 d’Octubre, felicito a todos los valencianos y valencianas por partida doble: por su día grande y por el más dulce de todos, el Sant Dionís, su particular “día de los enamorados”.
Porque aquí el amor no se demuestra con flores o bombones… sino con un pañuelo lleno de mazapán. Tradición pura. En ese mocador, los hombres regalan a sus parejas y madres una pequeña obra de arte azucarada: frutas y hortalizas de mazapán que representan la abundancia de la huerta valenciana. Dulces tan ricos que uno casi entiende por qué los dioses del Turia siguen bendiciendo esta tierra.
Pero ojo, que esta costumbre no nació de la nada. Su origen es toda una lección de historia y de orgullo. Tras la Guerra de Sucesión y los tristemente famosos Decretos de Nueva Planta, los Borbones prohibieron celebrar la entrada triunfal de Jaume I en Valencia. Y claro, los valencianos, tan dóciles como un gato en la bañera, no se iban a quedar de brazos cruzados.
Fue entonces cuando los panaderos —ese gremio que, al igual que los carpinteros con las fallas, siempre tuvo más ingenio que paciencia, decidieron plantar cara a la censura con lo que mejor sabían hacer, dulces. Y así nacieron la piruleta y el tronador, de formas que no necesitaban demasiada explicación… una redonda y otra alargada, digamos que bastante alegóricas. Entre el humor y la picardía, los valencianos convirtieron la prohibición en una fiesta aún más sabrosa.
A partir de ahí, la creatividad se desató: frutas, hortalizas y cohetes de mazapán inundaron los escaparates. Era la manera más dulce y elegante de decirle al poder: “podéis prohibirnos los fuegos, pero no la chispa”.
Así que ya sabéis, en este 9 d’Octubre, si no estáis enamorados, todavía estáis a tiempo de estarlo. Y si lo estáis… siempre podéis regalar una mocaorà. Porque al fin y al cabo, nunca es tarde si la dicha es buena. Y si no es buena… se endulza, que para eso inventaron las piruletas.
Salva Cerezo

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Humanidad,

Última Actualización: 09/10/2025

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