Quisiera esta tarde
divina de octubre
pasear por la orilla
lejana del mar,
que la arena de oro
y las aguas verdes,
y los cielos puros
me vieran pasar.
Ser alta, soberbia,
perfecta, quisiera,
como una romana,
para concordar
con las grandes olas,
y las rocas muertas
y las anchas playas
que ciñen el mar.
Feliz tarde y mucho ánimo.