Cada vez que recuerdo aquella infamante campaña de miserable propaganda, que decía #YoMeVacunoSeguro, mi cuerpo me amenaza con una úlcera gastroduodenal. (1)
En la página oficial de esta campaña todavía podemos leer:
La vacunación es una herramienta clave para acabar con esta pandemia.
Todas las vacunas frente a COVID-19 autorizadas en la Unión Europea son seguras y efectivas habiendo demostrado que disminuyen de forma importante el porcentaje de personas que necesitan ser hospitalizadas tras contraer la enfermedad. La efectividad frente a hospitalización superior al 80%.
La vacuna te protege a ti, a los tuyos y a todos.
Sin embargo, últimamente mi cuerpo se está reconciliando con la chusma ruin que me estigmatizó por negarme a jugar a la ruleta rusa con ellos.
Y no por la escabechina que sufren, que lamento profundamente, sino porque casi cada día, los Mass Mierda que los engañaron, al ser esta escabechina un hecho incontestable, reculan en su discurso y muestran pruebas de la farsa asesina.
El Sistema se desmorona a ojos vista
A dos años escasos del inicio de la inoculación masiva, ya se reconocía que la mayoría de los que morían de “c0v1d” (es decir, de síndrome de irradiación agudo amplificado por los tóxicos presentes en muchos inoculables), habían recibido sus dosis “protectoras”.
Vaya, resulta que no eran tan EFECTIVAS como nos habían dicho. (2)
En reconocer que tampoco eran SEGURAS, tardaron algo más. Hace poco, el Ministerio de Sanidad, en sede judicial, afirmó que se desentendía de los daños producidos por esas vacunas. Vaya, ahora resulta que producen daños. (3)
Lo último ha sido la sentencia, ahora ratificada por el TSJ Extremadura, que condena al servicio Extremeño de Enfermedad al pago de 40.000 € a una mujer que sufrió una trombosis a causa de la vacuna de Janssen. (4) Recomiendo la lectura del artículo a los que sufran daños por las milagrosas inoculaciones, o hayan perdido un familiar por la misma causa.
Así las cosas, muchos extragacionistas están pensando reclamar judicialmente una jugosa indemnización, ya sea en vía penal o en la contenciosa. Necesitarán un buen abogado y un buen médico, y cuando digo “bueno”, sólo quiero decir que no esté vendido al Sistema.
Y como quiero que estas denuncias y demandas lleguen a buen puerto, les regalo algún argumento legal irrefutable:
1º) El delito de publicidad engañosa, recogido en el art. 282 del Código Penal, que sanciona las alegaciones falsas o inciertas de un producto o servicio, pudiendo causar un perjuicio grave a los consumidores (nótese que no es necesario que el daño se cause efectivamente, basta con que sea previsible). Aquí el Ministerio de Sanidad y las Consejerías de Salud actúan como comerciales, siendo las mal llamadas vacunas el “producto” ofrecido.
2º) El delito contra la salud pública, recogido en el art. 359 C.P., que sanciona a quien despache o suministre sustancias nocivas para la salud, sin la autorización debida.
Para completar el tipo penal, y para ampliar las posibilidades en un juicio contencioso, respecto a la nocividad de la sustancia y la “autorización debida”, conviene tener en cuenta varios aspectos:
- Todas las fichas técnicas de todos los inoculables mal denominados “vacunas covid” –que se encuentran en la página web de la AEMPS-recogen detalladamente que pueden producir daños muy graves a la salud, incluida la muerte, y por varias causas. Revise la suya y lo comprobará. Es decir, que los fabricantes nunca mintieron. Fueron las autoridades y los Mass Mierda quienes lo hicieron.
- Todo medicamento que se administre por vía parenteral (inyección) debe contar con prescripción médica, según establece el art. 19.2.d del R.D.L. 1/2015 del medicamento. ¿Le recetó a usted algún médico esa sustancia?
- Todo medicamento que se administre de forma invasiva (como una inyección), debe contar con el consentimiento informado por escrito del paciente, según dispone el art. 8.2 de la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente. ¿Firmó usted algún consentimiento que lo informase de los riesgos que asumía?
- Todavía está sin justificar ninguna “medida covid”, incluida la vacunación masiva, desde que el Ministerio de Sanidad reconoció carecer de pruebas científicas de la existencia del virus. Newtral se tomó la molestia de publicar el documento para desmentirlo, pero su elocuencia es indiscutible. (5)
En suma, que el hecho de que, mediante engaño o coacción, la cabaña ovina nacional (pues así nos tratan) haya expuesto su brazo voluntariamente a la inoculación de un veneno, no exculpa a los responsables, empezando por las autoridades como inductores y terminando por los enfermeros, como verdugos.
Y lo pagarán, todos ellos, más temprano que tarde.
Galo Dabouza (ÑTV España)