El pasado sábado 27 de abril, el lobo, disfrazado de pastor, tocó a rebato, y su rebaño acudió presto y veloz al llamamiento en Ferraz.
Un periodista de verdad (Vito Quiles) se atrevió a mezclarse con esa fauna, para preguntarles por la razón de su presencia allí y de su esfuerzo en defensa del lobo-pastor. Las respuestas fueron las esperadas, y pronto se escucharon los balidos. Sin embargo, fruto del multiculturalismo de que hacen gala los rebaños del lobo-pastor, dejáronse oír también varios rebuznos, e incluso un porcino gruñido.
Es de todo punto lógico que el lobo-pastor, si evalúa a toda la población por la que ve a su alrededor, nos trate a todos como al ganado.
Y conste que hay muchos otros lobos-pastores, que conducen rebaños, piaras y hatos semejantes a éste.
Porque las muchedumbres que se agolpan alrededor de otros políticos de diferente cuerda, sólo se diferencian de éstas en las estúpidas siglas que enarbolan en sus pancartas.
Ya lo dijo hace mucho tiempo D. José Ortega y Gasset: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”.
Y mientras las rehalas de votantes se dejen llevar de este modo, sin darse cuenta de que el enemigo no es horizontal, sino vertical, los lobos-pastores seguirán viviendo de un rebaño al que desprecian, porque con su servilismo y estulticia se ha ganado a pulso ese desprecio.
Afortunadamente, poco a poco crece la población de jabalíes, que ni temen al lobo, ni desean gobernar al ganado lanar, ni se dejan gobernar por los lobos disfrazados de pastor. El borrego desprecia al jabalí, porque no lo entiende.
Y dado que el ganado ovino ni siquiera se da cuenta de su miserable destino, e incluso lo aplaude, su única esperanza de liberación reside en esos despreciables y locos jabalíes.
Es la hora de los jabalíes.
Se acabó la fiesta de los lobos-pastores.
Galo Dabouza (ÑTV España)