Desde aquella noche de los Oscar de Hollywood en el que Penélope Cruz gritó ¡¡¡Peeedro!!! cuando abrió el sobre en el que se otorgaba a Almodóvar el Goya al mejor director por «Todo sobre mi madre» en el año 1999, no se ha conocido otro instante más emocional hasta hoy, fecha en la que hombres calcos o peludos y señoras con años, recuerdos y desengaños, lloran porque hay otro Pedro está triste y no sabe qué hacer con su futuro.
Resulta ridículo y patético ver a ministros/as y gente que vive del chollo del sueldo público, organizando manifestaciones y rogativas para que el hombre al que se la sudan todos ellos, siga enamorado de su cargo de Presidente, que es su verdadera pasión.
El infantilismo de la política española convive con la ausencia de principios, irrespeto a las leyes, tolerancia con las irregularidades o supuestos delitos que cometen los que ahora llorar, pero no les voy a dar más cera a estos trabajadores que sufren anticipadamente de orfandad y temen el frio por la pérdida de sus privilegios.
Mi desdén va hacia los esclavos vocacionales que padecen ,como todos los ciudadanos, los abusos del poder y lo toleran, porque aceptan ser sodomizados por los suyos y lloran en favor de un ególatra que también también les está jodiendo a ellos.
El Psoe, lamentablemente, ha dejado de ser ese partido que gobernó y ayudó a que España progresara y fuese admitida en las instituciones europeas. Se ha convertido en una organización presidida por un amoral que se entristece porque la justicia está investigando supuestas irregularidades de su santa a la que el gobierno de España facilita que realice negocios con su patrocinio .
Alguien dijo que en la vida se puede hacer todo menos el ridículo, y eso es algo que deberían saber todos los que hoy se manifiestan en favor de un Pedro triste porque ha descubierto que aunque la fiscalía , según dijo depende de él, las leyes, por ahora, siguen siendo interpretadas por los jueces.
Diego Armario