La estrategia de Sánchez precisa seguir gobernando y consumar el cambio de régimen con un triunfo de BNG en Galicia. Pero también es la pretensión del PP. No es más que un pronóstico y, ciertamente, de Indra se espera que, como en las últimas décadas, haga su función de recuento de votos sin los votos.
Así será, un resultado cantado.
–La estrategia de la nueva mayoría: un partido nacional (el partido de Sánchez) asociado a partidos étnicos de varias Comunidades Autonómicas más un partido del resentimiento (Sumar y los restos de Podemos). Ninguno de este bloque puede pretender gobernar por sí solo salvo con el partido de Sánchez. Aunque sea un partido que pierda siempre gobernará mientras la suma de este bloque sea superior.
–La estrategia de los otros: Vox entra en el mismo proceso de embarrancamiento que Ciudadanos y Podemos, aunque su agonía será más prolongada. Lo que en términos políticos podemos expresar en la necesaria degradación derivada de la acción de la ley de hierro de las oligarquías.
El problema en Galicia no es la lengua y su imposición, lo que magníficamente ha llevado a cabo el PP en las últimas cuatro décadas casi, con el mismo diseño de fondo, como lo han ejecutado los etnicistas en Vascongadas y Cataluña. El problema para Vox, y parece no querer afrontarlo, es si dispone de la convicción necesaria pero sobre todo la fuerza política necesaria para revertir la consolidación del nuevo régimen político en España.
Pero para eso Vox precisa ponerse de frente contra la abolición de la soberanía de los ciudadanos, lo que implica asumir una estrategia radical de reducción de las dimensiones del Estado (en cuanto al ingreso pero también en el gasto) y la completa eliminación de trasvases de recursos del presupuesto a organizaciones y empresas que llevan a cabo la ejecución del programa de los restantes partidos políticos mayoritarios en competencia. Soñar es libre.
El PP queda como un imaginario para quienes, intuitiva o racionalmente, no quieren modificar el régimen político del 78 (es un régimen más y con el nuevo que adviene no se diluye ni cuestiona España sino la forma en que se diseña y actúa el Estado y las administraciones públicas).
Algunos de los actuales poderes del Estado (judicial, monarquía, etcétera) creen que podrá revertirse el advenimiento del nuevo régimen con la fuerza electoral del PP (y de Vox) cuando, en realidad, esos partidos políticos forman parte esencial como protagonistas políticos de la metamorfosis imparable hacia el nuevo régimen político, sea porque no quieran (PP) o no puedan (Vox) evitarlo.
El poder del PP, en una fase inicial, será autonómico y conforme entre en dispersión y ensombrecimiento Vox, perderá toda opción de gobierno central … sine die. Pero queda para recoger todo lo que se resiste de facto al cambio hacia el nuevo régimen y evitar su implosión. Si no existiera habría que inventar al PP.
Habrá quienes esperan que resista, lo que no está dentro de los cálculos ni tácticos ni estratégicos del PP. Este partido, en todo eso, se limita a jugar a su doble función: primera, de ser un colector de la gente de orden, creando la mistificación política necesaria; y, en segundo lugar, de ser el garante que evite una implosión de los ‘colectivos sin esperanza’ hasta que sean neutralizados en el ara del Estado todo poderoso. Los ganaderos, agricultores, camioneros … ya han percibido que ante una situación imposible el PP no es un valedor fiable.
Al final el PP se justificará sosteniendo que lo ha intentado pero que no ha podido con la fuerza irresistible del resto de los partidos políticos del sistema. Pero no podemos ignorarlo en todo análisis serio y riguroso: el PP ha sido y es un partido capital para el nuevo régimen. Pero pretende conservar su electorado, en general, aunque sea perdiéndolo en Galicia, en particular, y con él el gobierno de la región. Perder, a veces, es ganar. Es una lección del partido de Sánchez.
Así el PP pondrá de relieve, más que nunca -dirían sus medios de comunicación y de información- su necesidad como partido de oposición o de gobierno cuando en la acción política. Salvando quizás las formas, el PP no ha hecho nada sustancialmente diferente a los demás partidos: apropiarse de la administración pública, organizar el latrocinio y el reparto del botín, con una política nacional e internacional que no difiere de los restantes partidos políticos mayoritarios que están conduciendo la transición hacia el nueve régimen político y hacia la Agencia 2023.
Hay una serie de estrategias compartidas entre todos los miembros del sistema de partidos políticos:
1º Sometimiento de todas las instituciones del Estado y de la Administración al poder del sistema de partidos políticos.
Una nueva oligarquía política de los partidos políticos regirá España y consolidará el nuevo régimen político que está en trance de concluir.
2º Sometimiento de todos los poderes exteriores al Estado (de lo económico a lo financiero, de los productores a los consumidores, religiosos, científicos y técnicos, etcétera) al principio categórico de la primacía de la política del sistema de partidos políticos.
3º En cuanto al resto de la población, un proceso brutal de exterminio, lento o acelerado, con aplicación de la Agenda 2030, la nueva ideología mundial de occidente que es resultado de la carencia de fines y de proyectos como civilización.
La política demografía será implacable habiéndose convertido en un ámbito completamente ingobernable (natalidad, mortalidad, inmigración, etcétera). Transmutación de los valores en sus contravalores. Feminismo y ecología, subjetividad radical, cambio climático como medio de desaceleración de las economías. Alimentación, religión, cultura, valores artificiales. Sanidad proyectada hacia la cultura de la muerte. Educación para formar ignorantes. Pensiones: la forma de repartir para fomentar la pobreza ‘material’ (después de destruida la ‘espiritual’) y sostener un rebaño con el que se experimentarán todas las formas de abatimiento.
¿Y Galicia? Una parte más de toda esta construcción final de un nuevo régimen de y para el sistema de los partidos políticos en España y más allá, en Europa y en el resto de occidente. Mientras tanto una Europa ‘pacífica’ adopta en materia de defensa una carrera histérica de armamentismo acelerada contra un enemigo imaginario.
¿Recuerdan lo que es la preterintencionalidad? Cuando se produce efectos de mayor gravedad que los que se pretendían causar. Eso es lo que sucederá en Galicia con el PP pero también en Europa con su armamentismo feroz. Se producirá, en el primer caso, la justificación política de la imperiosa necesidad de existir de un PP inocuo y, en el segundo caso, la provocación de una guerra con Rusia suscitada por el delirio de las consecuencias del miedo al abandono del ‘amigo americano’ (eso es el advenimiento de Trump).
Galicia es un resultado cantado. Así será.
-Ha escrito Usted de todo pero casi nada de Galicia.
-Cada cosa según su importancia.
José Sierra Pama (ÑTV España)