Hay gente que pasa el día metiéndose en charcos para opinar sobre lo que sucede en España y no repara en que lo más sensato es no discutir con imbéciles.

En estos tiempos en los que hasta los más necios profieren sentencias, sientan cátedra y se humillan sin pudor ante el poder, no existe estadística fiable que acredite el rango intelectual de las tipas y los tipos que prostituyen lo que fue el periodismo.

No entiendo a los periodistas de verdad que aguantan el tipo frente a la histeria de las y los que no tienen acreditado su trabajo como profesionales del medio y convierten un espacio para el debate en un griterío que impide que se oigan los argumentos del que disiente de la doctrina oficial.

No me sorprende que esto suceda en Televisión Española convertida en un medio descarado al servicio del Presidente del gobierno, pero el desmadre de gritos e interrupciones en programas de actualidad en las televisiones privadas colabora al caos y expulsa a los oyentes.

Líbreme Satanás de hacer un reproche a esa gente limitada que forma parte del club de fans de Don Pedro porque en el trabajo de adulación y defensa sin fronteras del Jefe solo tienen que gritar, negar e insultar, que es la fórmula más eficaz para neutralizar a los incautos que creen que van a las tertulias para hablar en libertad.

Los directivos de las televisiones privadas han clonado el perfil de la gente más hortera y fanática, sin estudios ni oficio, hijos de papá o de mamá que provienen del sectarismo político, carecen de ideas y saturados de consignas.

Lo que se aproxima a la realidad de lo que sucede en este país en demolición  nunca lo encontraremos en las televisiones donde algunos viejos y viejas que se resisten a jubilarse del periodismo se han convertido en gente impúdica que no es consciente del ridículo que hacen actuando como policías del pensamiento.

Diego Armario

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Última Actualización: 15/10/2025