Mi amigo Bermejo es lo que se dice de toda la vida un «enterao». El muy vivales se me acerca y de modo entusiasta me comunica que la Olona se presenta a las Generales del 23 J con un partido que aglutina el voto de todas las señoritas de compañía en España.
-Venga ya, enterao.
-Que sí, mira el logotipo del partido » esperemos en la esquina».
-Que no enterao, es «Caminemos juntos».
-Qué chorrada de nombre para un partido.
-Como lo de «esperemos en la esquina».
-Coño, es que vi los zapatos de tacón y me pareció…Vale, me equivoqué, pero el logotipo sugiere la cartelería en neón de un lupanar de carretera.
Los zapatos de tacón en azul y rojo bien podrían resultar un excelente reclamo para un bar de carretera, estoy de acuerdo pero, seamos serios, la intención tras la burda y mediocre ocurrencia del caminemos juntos con zapatos de tacón azul y rojo pretende dar a entender que por abarcar, lo abarca todo.
En el súmmum de la singularidad, la otrora azote de rojos desde los púlpitos de VOX, ahora de corazón rojo y sin rubor de vergüenza, registra un partido para aglutinar el voto de los bipolares. Si hay que trincar que sea a derechas e izquierdas con ese posicionamiento ridículo entre extremos nazis y estalinistas.
-No tan extremistas-, me dice el «enterao».
– Pues bipolar entre la izquierda y la derecha.
-Esa es la idea.
-¿Lo bipolar?
-No hombre, La izquierda y la derecha.
-Pues más que una ideología propia parece un trastorno mental no tratado.
A Bermejo hay que darle la razón aunque no la tenga, por algo es el enterao. Si dice que la Macarena Olona trastabillea por una dolencia mental no tratada, habrá que hacerle caso, sobre todo porque cuanto hace es propio de una demente ajena del ridículo público que provoca.
Ese evidente divorcio con la coherencia y la sensatez es suficiente síntoma de que la ex de Vox cuya ambición enfermiza quedó en la nada, está tarada o, como menos, padece un trastorno temporal que, a decir verdad, dura demasiado. La sobreactuación desde el peregrinaje a Santiago de Compostela sólo fue la antesala de un espectáculo patético de ansias protagónicas y, per se, agónicas.
-Qué agonía de mujer, ahora defiende un plebiscito para elegir entre monarquía y república.
-Venga ya.
-Que sí, loca de atar.
-Solo a una traidora, oportunista y malhechora se le puede ocurrir caminar juntos con zapatos de aguja bicolor y pretendiendo sembrar cizaña sobre las bases constitucionales. No aglutina a las escort, sino a los rojos y azules antimonárquicos y lo que tercie. Todo sea por la pasta.
-Vaya pájara, no me extraña que fuera a piar a la tucana del desempleo. Tal para cual.
La idea de los zapatos de tacón parece surgida del momento culminante de una resaca. Fútil, mediocre y facilona ocurrencia, el problema no es la monumental patochada del Caminemos juntos con zapatos de tacón de aguja y bicolores, sino la aceptación desde la sobriedad de que la idea es estupenda como para convertirla en imagen de marca política.
Últimamente se le nota en la cara un rictus delirante aparte de muy pronunciada falsedad en la sonrisa. Es una Macarena Olona extasiada de protagonismo e irrelevancia, pero auspiciada por los circos televisivos que la contentan con cámaras si se balancea en los platós como atracción de feria. El fullero Sánchez manda y la Olona iŕa como un saltimbanqui a cubrirse de gloria. A cuánta gente habrá usado la manipuladora para trepar a la cima de la irrelevancia.
-Que se columpie la mona, digo la Olona-, sentencia Bermejo.
Veremos cuantos trastornados, trastornadas, «transtornades», apuestan por su indefinido proyecto presentado para intentar seguir viviendo del cuento de la política. El trastazo será monumental, quizá entonces pueda tratarse el desequilibrio mental que provoca calzarse una vanidad de tacones altos para caminar con la decencia tan baja.
Ignaci Fernández Candela (ÑTV España)