Decía Victor Hugo que “La libertad es, en filosofía, la razón; en el Arte, la inspiración; en la política, el derecho”. No puede haber libertad cuando se pierde la perspectiva del Arte, y el nombre de un poeta que es orgullo de su propia tierra se utiliza para desprestigiar al adversario político. El empeño de teñir el recuerdo de Miguel Hernández con tintes políticos es un insulto a su obra universal, al Arte en conjunto, y a la poesía, que siempre ha sido la máxima expresión del sentimiento.

Desde esa perspectiva sobre la poesía y el sentimiento hablaba Gonzalo Montoya a Todocultura Vega baja en fecha 4 de septiembre, apenas dos meses después de tomar posesión de su cargo, sobre el Otoño Hernandiano. Y lo hacía en términos entusiastas: Miguel Hernández es una figura clave. No se entiende Orihuela sin Miguel.

Ya entonces creía Montoya en la necesidad de crear un foco de atención al Rincón Hernandiano “que mantiene viva la memoria de Miguel entre nosotros”. Este entusiasmo por el poeta, este reconocimiento de su valor como referente de la cultura oriolana, española y universal, se centraba en una frase y en un empeño: mantener viva la memoria no ya de Miguel Hernández, de Miguel, como figura cercana, familiar.

Cuatro meses más tarde, el 4 de enero, los medios de izquierda olvidan que Gonzalo Montoya se expresaba sobre el poeta con este entusiasmo, porque Gonzalo Montoya pertenece al grupo municipal de Vox, y cualquier resquicio, cualquier error que pueda servir de carnaza, se aprovecha en desdoro de la imagen de uno y de otro.

Un error administrativo, explicado ya hasta la saciedad desde la Concejalía, fue la causa de que no pudiera entregarse la subvención correspondiente a 2023 a la Fundación Miguel Hernández.

De poco sirve, una vez que la prensa de izquierda ha clavado sus dientes en la noticia, que la admiración de Gonzalo Montoya por el poeta no sea susceptible de duda, ni que la Fundación vaya a recibir una subvención doble en 2024: los titulares venden mientras más se promueva el escándalo, haya o no haya verdad en ellos.

Quizá el error de Gonzalo Montoya haya sido no reaccionar desde el primer momento con la necesaria contundencia, y no dar publicidad a sus planes en favor de la Fundación Miguel Hernández. Cuando uno está libre de mala intención tiende a pensar que el resto del mundo también lo está, pero no es así.

Tampoco la modestia a la hora de hacer públicas las propias iniciativas son convenientes en política, porque siempre puede aprovechar el contrario la humildad de ese silencio en beneficio propio.

El oportunismo es algo innato, como lo es la capacidad de escribir poesía. Un arte, si así lo prefieren, pero arte con minúscula, porque no contribuye en nada a la grandeza del ser humano. El buen oportunista aprovecha enseguida la ocasión de subirse al carro; un maestro oportunista, además de subirse, se apresura a tomar las riendas.

Ernest Urtasun, el ministro socialista de Cultura se atribuye a sí mismo el mérito de reponer la partida económica a la Fundación Miguel Hernández. El hombre venía a hablar de la retirada de suscripciones municipales a revistas en valenciano como “una forma moderna de censura”, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se ha descolgado diciendo que desde su Ministerio han “intervenido, protestado y conseguido que el Ayuntamiento de Orihuela haya corregido su decisión”. ¿Puede haber ejemplo más claro de oportunismo?

Puesto que la iniciativa de reponer la subvención ha partido en todo momento del concejal de Cultura de Orihuela, Gonzalo Montoya, nada de lo que ha dicho Ernest Urtasun puede estar más lejos de la realidad, pero ¿a quién le importa la realidad cuando puedes construir un relato que contribuye a tus intereses, aunque eso suponga embarrar la memoria de Miguel Hernández? Esa memoria por la que tanto claman, y a la que tan flaco favor hacen.

Esto del ministro de Cultura es una lección de puro oportunismo, señores míos. Y todo lo demás son cuentos.

Yolanda Cabezuelo Arenas (ÑTV España)

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Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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