En algún versículo de la Biblia se dice que Dios se dijo a sí mismo “No es bueno que el hombre esté solo” y le buscó una compañera porque por entonces no existían otras opciones alternativas ni mucho menos asociaciones que las reivindicaran.
Según la ciencia antropológica esa presencia del ser humano sobre la tierra debió ocurrir hace doscientos o trescientos mil años y desde entonces se repite el eco de esa frase bíblica en la que se subraya la necesidad de que nadie esté ni se sienta solo sin desearlo porque todos nos necesitamos.
Agarrarse de la mano de otro, saber que hay alguien que te puede ayudar y que te quiere forma parte de la naturaleza de la gente buena, y en este mundo de soledades e indiferencias en el que hay hermanos que no se hablan, viejos que están solos o mujeres jóvenes que luchan por salir adelante sin dejar detrás a sus hijos porque forman parte de ellas, se renueva con fuerza el sentido de esa frase porque no es bueno que nadie este solo en un mundo.
Para mucha gente esa situación forma parte de una experiencia ajena, pero en ningún caso desconocida porque el drama de la soledad no deseada en los momentos en los que necesítanos una mano amiga, no discrimina a nadie y puede llamar a la puerta de cualquiera de nosotros cuando el destino o la mala suerte nos visita sin aviso previo.
A veces descargamos nuestra conciencia en las organizaciones solidarias y pensamos que podemos salvar de la quema nuestros sentimientos sin implicarnos personalmente en ninguna causa, pero esa coartada no vale porque siempre hay alguien cerca con rostro y sentimientos, con nombre propio y una historia personal a cuestas a quien conocemos.
La condición del ser humano es la empatía y eso significa calzarse los zapatos del otro y caminar por su misma ruta porque lo único que nunca pierde la persona que esta jodida es su dignidad.
El palo puede ser una enfermedad, una pérdida o la pobreza súbita y basta con salir a la calle, pero hay algo aún más importante: saber guardar silencio porque quienes sufren esas situaciones no necesitan a su lado a nadie que se las explique.
La soledad es buena cuando el que la busca y la disfruta sabe que puede desconectarse del modo avión y regresar a su cómoda vida anterior, en caso contrario es bueno que el hombre o la mujer no estén solos.
Diego Armario