La gente que se etiqueta para definirse tiene un problema con su identidad personal, salvo que sea un fotógrafo que se presenta como tal o cualquier otro profesional que señala a qué se dedica.

Pero no estoy hablando de oficios ni de aficiones sino de esos tipos que renuncian a llamarse López y pasan a ser progresistas, de derechas, antisistema, solidarios,  fascistas, antifascistas o simplemente gilipollas del mundo unidos, a pesar de que este  título de identificación es un poco largo.

Hace tiempo escribí un relato en el que contaba la historia de un antiguo compañero de trabajo que le dijo a otro “A pesar de nuestras diferencias ideológicas, te doy el pésame por el fallecimiento de tu madre” y en ese momento me hice tres preguntas: ¿Este tio es gilipollas?, ¿Está de coña? o ¿Ha bebido?

La identidad no es el pensamiento –  que en las cabezas sanas no puede tener asiento-  sino solo tres cosas: el nombre y los apellidos, la nacionalidad y hasta hace poco el sexo de las personas.

Todo lo demás es una devaluación del ser individual a la que se presta cada vez más gente gregaria y rehén de los pensamientos colectivos cuando el ser humano se caracteriza por su capacidad de pensar  en soledad y tomar decisiones por sí mismo.

El Presidente de Colombia, Gustavo Petro,   que tiene un currículo notable tanto en las guerrillas de su país que mataban a mansalva como en su relación estrecha con narcotraficantes  ha dicho hoy que  “ cuando un pobre deja de ser pobre se hace de derechas y por lo tanto eso es algo que conviene impedir”   Cuento esta frase porque forma parte del pensamiento más casposo e indecente de los líderes que mantienen a sus pueblos en la indigencia mientras ellos roban.

Hecho este paréntesis porque no quiero referiré a políticos sino a ciudadanos con una personalidad e identidad no colectiva, apuesto por llevar a nuestro lenguaje cotidiano una clara y taxativa diferenciación entre lo que es la descripción filosófico o política de las distintas ideologías y  el lenguaje que se utiliza en primera persona , porque en caso contrario algunos estarán renunciando a ser intelectualmente respetados.

Hacerle caso a los desprestigiados oradores que comienzan sus discursos con la frase “compañeros y compañeras”, “amigos y amigas” o “militantes y militantes” – expresión que además de horrible no existe en el castellano bien hablado-  es propio de gente abducida por el cauterio más casposo.

Cuando escuchen la frase que dice “Por favor identifíquense” digan su nombre, apellidos., sexo y nacionalidad y déjense de hacer el más bochornoso de los ridículos.

Diego Armario

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Humanidad,

Última Actualización: 04/05/2023

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