Esta pregunta se la están formulando, a estas alturas, una buena parte de los españoles sin encontrar una respuesta coherente que poder dar.

¿De dónde sale tanto dinero para financiar la campaña de un partido que se creó a finales de mayo pasado? Sabemos que “Sumar” es, precisamente, la suma de varios partidos residuales, todos ellos de izquierdas, cuya capacidad económica no podría soportar, por si solos, una campaña como la que han desplegado para las elecciones del próximo día 23.

Sería muy conveniente conocer el origen de estos fondos ya que de esta forma sabríamos de quien o de quienes dependeremos o a quienes deberemos servidumbre en el hipotético caso, más que improbable, que la “niña del tren” ocupe puesto en una eventual coalición gubernamental.

No deberíamos olvidar el origen de su líder que comenzó su proyección pública militando y dándose a conocer en las filas de la malvada podemía, esa misma a la que dio la espalda para erigirse en el paradigma de la nueva izquierda comunistoide, como antes se la dio a otros movimientos y si no que se lo pregunten al gallego José Manuel Beiras quien guarda de ella un “gratísimo” recuerdo. Por tanto, es fácil colegir que las mismas fuentes de financiación que, en su día, tuvo la podemía son de las que bebe actualmente la “niña del tren” y sus huestes.

Es posible que algún español, con menos luces que una vela apagada, pueda comprar el discurso, plagado de verborrea vacía, o la imagen estereotipada que pretende transmitir la “nieta de Dña. Rogelia”, sin embargo, es necesario escarbar en el trasfondo del asunto ya que todo eso no pasa de ser una suerte de trampantojo que oculta una realidad siniestra en la que el sectarismo más despiadado, la ineptitud y el deseo de acabar con España son las piezas fundamentales de su ideología política.

No hay más que ver que partidos o grupos están detrás de sus siglas políticas, la mayoría con sus programas fracasados y convertidos en residuales, a los que la sociedad dio la espalda tras conocerlos y sufrirlos.

Sin embargo, es necesario conocer sus propuestas ideológicas para darnos cuenta de que gente se trata: progresismo -concepto manido y vacío que nadie sabe muy bien que significa a tenor de lo que nos demuestran los que utilizan ese concepto como bandera-, feminismo -más de lo mismo, ese afán perverso de enfrentar a hombres contra mujeres-, ecologismo -continuar con la pretensión de ponernos por debajo del umbral de los animales-, plurinacionalismo y federalismo -ese afán malvado de destruir España al precio que sea-, europeísmo reformista -probablemente ni ella sabe lo que significa-, etc.

En resumen, los postulados de la maldita agenda 2030, lo mismo que la podemía solo que después de pasar por la ducha, maquillarse y vestirse con modelitos y zapatos caros pagados por todos.

Todavía recordamos a la “niña de tren” vestida como una zarrapastrosa guerrillera para engañar a los que le dieron crédito y opinión en Galicia, más concretamente en Ferrol. Ahora, cree que, por cambiar la imagen, disponer de un asesor para ello, ir todos los días de peluquería y maquilladora y comprar nuevos modelitos de vestidos y zapatos, va a cambiar su fondo ideológico y su malsano afán de destruir como buena comunista. Lo hemos dicho más veces, aunque la mona se vista de seda, mona se queda y en este caso tal aseveración es una verdad absoluta.

No nos dejemos engañar, como sucedió con la maldita podemía, y le demos chance a lo que esta individua es y representa, pensemos que el futuro de España y de los españoles no puede estar, bajo ningún concepto, en manos de gente como esta, con una formación muy limitada y cuya principal bandera es el odio y el rencor.

Esta individua es el fruto planificado de un estudio de márquetin en el que se han tenido en cuenta la mayor parte de las variables. Primero, nos la colocaron como el paradigma de la nueva política de la izquierda que, pese a todo, sigue siendo tan mala y perversa como siempre; después, con su cambio de look la aproximaron a la imagen de una joven moderna, desenfadada, alejada de los estereotipos tradicionales de la ultraizquierda: aspecto físico abandonado, vestidas como zarrapastrosas, sucias, descuidadas y, finalmente, el CIS -que tragedia que en un país serio todavía perviva gente como la que dirige este organismo- hace, siguiendo los dictados de Sánchez, subir, de forma ficticia, los índices de su popularidad. En resumen, un montaje, un fraude para engañar a tontos.

Sin embargo, la pregunta sigue siendo la misma, ¿de dónde salen los recursos para financiar su campaña?, ¿con quién se hipotecará un eventual gobierno en el que milite esta tipa?, ¿a que precio pagaremos su llegada al gobierno? Sería bueno saberlo, aunque nadie nos lo va a decir como tampoco nos lo dijeron aquellos “jóvenes universitarios que venían a cambiar el modo de hacer política”, aunque finalmente lo supimos.

Esperemos que esta vez no nos dejemos engañar y no caigamos en la tentación de dejarnos llevar por una imagen en apariencia conciliadora cuando en realidad no deja de ser como la piel de cordero que oculta al lobo, en este caso a la loba.

Eugenio Fernández Barallobre (ÑTV España)

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Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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