En ambientes intelectualoides, sobre todo en el siglo XX, se estableció un debate filosófico y cultural que consistía en ser más de Ortega o más de Unamuno. El enfrentamiento entre posiciones diametralmente opuestas, aunque en su día aparentasen ciertas cercanías, son las de Ortega Smith y las de Macarena Olona.
Dos figuras que han sido referentes para muchísimos votantes de Vox; el tiempo y sus comportamientos han demostrado quien está realmente por el interés de los españoles y quien en su interés personal. Dos personas que teniendo un papel mediático de número dos de Vox y una relevancia política tremenda para la consolidación del tercer partido de España, han recorrido caminos muy diferentes.
A Javier Ortega Smith, lo conocimos dejándose la piel en la acusación popular contra los golpistas catalanes y no consiguiendo encarcelarles por rebelión, sí consiguió que se hayan pasado unos añitos entre rejas. Antes de eso, lo vimos dándolo todo en los platós de TV3, defendiendo la causa española cuando muy pocos lo hacían. Como secretario general, fueron años de vertebrar el partido y a pesar de un carácter fuerte y poco amigo de la simpatía, Ortega Smith se ha recorrido España para conseguir organizar una formación con muchas sensibilidades dentro.
Olona se granjeó su fama con intervenciones desde el escaño contra el Gobierno y Grande Marlaska. «La ley y el orden» podría ser su lema; el mismo que el de Ortega. Muy querida por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, al igual que Ortega, fue capaz de captar algo más de voto femenino, mucho masculino y de desmontar ese pobre argumento de: «cómo se puede ser mujer y ser de VOX».
El resto se lo saben ustedes: Javier se centra desde 2019 en la ciudad de Madrid y en oponerse al proyecto climático de Almeida; en tanto Olona se viene arriba y se postula como candidata a Andalucía, no siendo andaluza y dejando su acta como diputada.
Ortega no ha dejado nunca el escaño en el Congreso de los Diputados y su némesis Almeida consiguió una mayoría absoluta, pero él pudo engordar los resultados de Vox en el Ayuntamiento de Madrid. Olona con unas expectativas bestiales, sólo consiguió subir dos escaños a Vox y convertirse en irrelevante políticamente, al conseguir Juanma Moreno una mayoría absoluta histórica para el PP.
Los dos ante estos proyectos políticos personales, no lo tenían fácil. Se veían derrotados por los «peperos» y sin gran foco mediático, pero ante las cartas que tenían que jugar, los dos han actuado muy diferente.
Ortega desde el silencio y el trabajo duro, ha conseguido ganarse mucho cariño entre la gente, siendo fiel a lo que él creía desde el principio. Sin parar de denunciar a la derecha cobarde, sin temblarle el pulso para denunciar la okupación, sin titubeos hablando de los perjuicios de la inmigración ilegal, con contundencia criticando a la mafia separatista… Incluso ha tenido la valentía, en su día, de criticar a Olona cuando comenzó su sainete compostelano.
También tuvo el arrojo de hacer una llamada de atención a su partido cuando vio que los «dedazos» primaban por encima de otros criterios. Ha estado en Ferraz como uno más defendiendo a la gente de los abusos policiales y ha sido muy duro con el PSOE y el PP, es decir, con el bipartidismo corrupto que nos saquea y esquila.
Un Ortega que se ha crecido, (eso que él no lo necesita) desde la base, defendiendo el discurso primigenio de Vox y no dejándose llevar por ningún viento ideológico o por ninguna facción de esas que dicen que hay. Fiel a sus personas de confianza y fiel a sus principios.
En cambio, Macarena Olona no ha conocido otra cosa que no sean los «bandazos» ideológicos. Detrás de una simpatía innegable se han mostrado demasiadas caras que convierten en imposible la coherencia y la verosimilitud de un discurso político. Macarena ha querido adaptarse camaleónicamente con el fin de llamar la atención y tener un minuto de gloria.
Le encanta la palmadita progre, la caricia de la izquierda y, en cuanto ha podido, no ha dudado ni un segundo en subirse al carro del consenso y de lo políticamente correcto. Ortega no subió ninguna fotito pinchándose nada, Olona sí. Ortega no ha necesitado poner acento de nada o empadronarse en Salobreña para presentarse a nada, Olona sí. Ortega no se ha puesto de parte de unos policías abusadores en Ferraz, Olona sí. Ortega no se ha solidarizado con pro etarras, socios de Sánchez o «ecologetas», Olona sí.
Lo tengo clarísimo. Entre Ortega y Olona, me quedo con Ortega Smith. Será contundente e impulsivo quizás, pero es un hombre íntegro, completamente. Su valentía, su tesón y su liderazgo me han hecho respetarle mucho como político y como persona.
No quiero en un futuro casarme con una mujer como Olona. Quiero ser un Javier Ortega para mi mujer. No debe dimitir, debe seguir escociendo con sus acciones a gentes como Olona que seguramente seguirán tuiteando, mientras que Javier Ortega seguirá defiendo principios que España necesita.
A pesar de lo mucho que va al gimnasio, qué quieren que les diga, es mucho mejor ser de Ortega que ser de Olona.
Josué Cardenas (ÑTV España)