Ruiz-Mateos rechazó que Hugo Chávez solucionara sus problemas. Sirva este titular y su contenido como homenaje a José María Ruiz-Mateos, ingenio maltratado por una España envidiosa e incongruente incapaz de abrir los ojos ni en estos tiempos en que la estafa política destroza todo como hace 40 años, está vez sin disimulo y contra todos los ciudadanos. Él fue la primera víctima de la mafia socialista en España.
No hay personaje peor e injustamente tratado en el tiempo de la democracia española que José María Ruiz-Mateos. Es un personaje único que despertaba en vida recelos o pasiones de admiración. Es comprensible que se asocien a su identidad múltiples impresiones que pasan desde la indignación a la consternación, con todo tipo de matices acerca de su labor empresarial y financiera que resulta ser denostada frecuentemente por la ignorancia de sus detractores y críticos.
Algo que no es responsabilidad de los ciegos que no han podido mirar más allá de la codificación que los medios de comunicación españoles han ofrecido mediante la manipulación, siguiendo directrices de influencias que han desvirtuado la realidad de lo sucedido con lo que fue la delictiva expropiación de Rumasa en 1983.
Crearon un alfabeto braille a medida de la ceguera histórica que aqueja al español cuando cobardemente no se interesa por saber más de lo que la apariencia pretende dictar.
Para todos aquellos que aún no ven más allá de las sombras del espejismo democrático que han sido estos cuarenta años cuyo balance desastroso estamos conociendo en la actualidad socio-política y económica, hagamos un repaso con el testimonio garante de un servidor que fue su confidente y amigo siendo además su portavoz en los últimos y determinantemente oscuros y dificultosos años de su vida:
Ahora que su cuerpo ha sido también desenterrado no puede imaginarse mayor profanación que la sufrida en vida contra su trabajo, integridad y afán de Justicia frente a las adversidades acaecidas nada casualmente el 23 de febrero de 1983, cuando la carroñera élite de España decidió despojarle de un patrimonio retasado en 3 Billones de las antiguas pesetas; dieciocho mil millones de euros actuales.
Exhumados sus restos no cabía peor imaginación que asistir después de fallecer al expolio de su alma por mediación de una familia que no impidió una aberración legal fácilmente eludible si cualquiera hubiera consentido en hacerse una sencilla prueba de ADN.
Las cuitas terrenas no han de ver nada con los sabidurías más allá de las miserias humanas, pero solo la intención moral de permitir que lo desenterraran, lo dice todo sobre quienes lo rodearon pagando con la moneda de la traición una vida entregada a los suyos y a la creación de empleo.
En 1996 fue exculpado de toda imputación acerca las presumibles causas que llevaron al expolio de Rumasa, cuyos instigadores y beneficiarios quedaron en evidencia legal además de convertirse el caso en un delito de gran calibre con la implicación del Estado español en el abuso.
En 1999 se dictaron dos autos del Tribunal Supremo que establecía la devolución del robo patrimonial a falta de una consolidación de balances que jamás hubo intención de presentar.
En este suma y sigue de despropósitos mal intencionados contra el empresario llegó el momento culminante de las trampas inesperadas cuando se perpetró la presunta estafa de Nueva Rumasa con una emisión de pagarés que atrapó a miles de inversores, siendo el propio empresario engañado acerca de la situación empresarial al ceder responsabilidades a terceras personas en el año 2004 que le guiaron erróneamente hasta la hecatombe final.
No fue responsable ni de las presuntas irregularidades del pasado que de ningún modo iban a justificar el expolio de Rumasa, ni de lo sucedido con el Grupo empresarial Nueva Rumasa con una exculpación explícita de la UDEF que investigó la trama.
Durante los últimos años de su vida trabajamos intensamente un serio proyecto de cesión de derechos de litigio por la Rumasa antigua, estando interesados cuatro fondos de inversión para negociarlos frente al Estado español, ya que se habían trampeado permanentemente todas las reuniones con los gobiernos de Aznar, primero, y de Zapatero después.
En el caso de nuestras negociaciones con un lobby patrimonial el montante era exclusivamente para pagar a los Inversores, su gran caballo de batalla diario, y solventar económicamente las deudas con trabajadores y acreedores.
Todo por un valor menor de 1.500 millones de euros. La anterior ocasión habría sido una sonada venganza que él no quiso tomar contra el país, España, que amaba. La oportunidad surgió en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado celebrada en Chile durante el mes de noviembre de 2007.
Unas fechas recordadas por el encontronazo dialéctico que tuvo el actual rey emérito, Juan Carlos I, con el canciller bolivariano Hugo Chávez. Un desencuentro que no quedó en agua de borrajas sino que instó a que el gobierno venezolano intentase una cumplida venganza que habría hipotecado el futuro de los españoles.
Ejerció de puente legal un abogado alemán llamado Josef Tkaczick- fallecido en el 2015- que fue mediador con el empresario, para comprar dichos derechos de litigio por un valor de 15.000 millones de euros, toda vez que el total de las retasaciones sobre las 700 empresas y 23 bancos intervenidos cubrían un montante estimado de 18.000 millones de euros.
Las negociaciones estaban muy avanzadas y Chávez resuelto a adquirir los derechos solventando el problema histórico de la expropiación de Rumasa cuando se filtró-vulnerando las cláusulas de confidencialidad estrictas en negociaciones de este gran calado financiero y jurídico- la identidad de la otra parte y las causas de la adquisición que implicaban una venganza contra España por lo sucedido en Chile con el Rey.
De inmediato José María Ruiz-Mateos abortó la operación y rompió todos los nexos negociadores, incluso con el intermediario alemán. Nada deseaba más en su afán de Justicia legítima confrontado con el Estado que saqueó su patrimonio y arruinó su trabajo con métodos mafiosos al más alto nivel, que dirimir la afrenta recuperando lo que era suyo después de comprender la gran trampa de la élite española que jamás iba a permitirle el derecho a reivindicar y obtener lo justo.
Cuando en sus confidencias numerosas hablamos de este episodio, le pregunté si fue consciente de que todos sus males, los de siempre sumados a los entonces actuales, habrían acabado si hubiese permitido la compra del gobierno bolivariano de esos derechos de litigio para llevarlos a los tribunales internacionales, lejos de la corrupción jurídica mantenida durante décadas.
Me respondió: “Quiero Justicia grande, Nacho, pero no una cualquiera. La justa. ¿De qué sirve que se haga justicia que quiero si con ella hago injusticia? Yo amo a España y a sus gentes. No quiero morir pensando que mi vida fue venganza y no lo que creo justo”. Luego añadió lo que se convirtió en una coletilla cuando hablábamos de las muchas ingratitudes en un mundo sin justicia:
“Si Dios lo quiere así, por muy duro que sea, Amén”. Y aquel Amén resonaba en el despacho o en su dormitorio con la rotundidad de un guerrero con fortaleza del alma que no se dejó doblegar por las tentaciones siendo el mismo Diablo quien ofreció acabar con sus torturas a cambio de torturar España. El empresario no lo quiso, con valiente heroicidad.
El viernes 7 de abril su cuerpo fue exhumado. Estoy seguro de que aquella profanación era solo contra la moral de quienes no impidieron esta aberración cuando habría sido fácilmente evitada. No existe por ello ninguna interrupción de su reposo porque él murió con la conciencia muy tranquila, dando la cara por sus hijos, demostrando un amor inconmensurable como padre e impidiendo que un sátrapa comprara su existencia aliviada dando a cambio una deuda a los españoles que habría lastrado nuestra economía sine die.
Héroe como padre y como persona que murió en el “fracaso de los justos” como bien mencionó Juan Pablo II: Es el hombre que yo conocí y cuyos méritos ocultos saldrán a la luz entre las sombras terrenas Así los ciegos vean, si es que pueden ver y la envidia o el estulto rencor de la mediocridad les deja ver, quizá en otra vida.
En tanto, se cumplen 40 años del expolio de Rumasa por parte de la cómplice flor y nata de la sociedad española que hoy esquilma a todos los ciudadanos. Y todavía somos tan imbéciles de pensar que el empresario y financiero fue el responsable de la expropiación. Imbéciles.
Ignacio Fernández Candela (ÑTV España)