Dicen que el 12 de octubre es el Día de la Hispanidad, aunque a estas alturas ya no sabemos si celebramos el descubrimiento de América, la llegada de Colón a un continente que ya estaba habitado o el simple hecho de que aún quede gente dispuesta a sacar la bandera sin que le tomen por fascista. Todo un mérito en estos tiempos de susceptibilidades patrias y ofensas importadas.
El día comienza, como siempre, con el desfile militar, los cañones resonando y las palomas intentando entender por qué cada año les estropeamos el vuelo. En el palco, autoridades de toda índole y color, porque el patriotismo también va por temporadas, miraban pasar los tanques mientras pensaban en los votos del próximo sondeo. Algunos incluso se emocionaban, aunque se rumorea que fue por el protocolo, no por la patria.
Mientras tanto, los de la otra orilla del sentimiento nacional se retorcían en sus sofás, denunciando la “fiesta colonialista” con la misma conexión Wi-Fi que les permite compartir memes en castellano, ese idioma impuesto que, curiosamente, les viene de maravilla para insultar a España. Ironías del progreso.
Y hablando de ironías, ahí está el origen de todo esto, el famoso 12 de octubre de 1492. Colón, convencido de haber llegado a las Indias, inauguró sin saberlo la globalización… a vela y sin cobertura. Desde entonces, Europa descubrió América y América descubrió el impuesto.
Ramiro de Maeztu propuso que aquel día se llamara de la Hispanidad, pero claro, lo de la raza sonaba demasiado imperial para las nuevas sensibilidades.
Ahora lo llamamos “Fiesta Nacional”, que suena neutro, moderno y compatible con cualquier ideología que no tenga alergia al rojo y gualda.
Salva Cerezo