La gente de mi generación no ha sufrido en sus carnes una puñetera guerra convencional en el territorio europeo, salvo la de Bosnia, que fue un conflicto étnico- religioso donde fuimos observadores bajo el mandado de Naciones Unidas.
Después de la segunda guerra mundial Europa recuperó el marchamo de la civilización, la custodia de los valores y la cultura, el lugar donde otros querían ser admitidos, mientras los yanquis se encargaban de estar presentes en conflictos que no nos concernían.
Nos creíamos la flor y la nata de la civilización, dábamos lecciones y presumíamos de ser descendientes de los sabios de la antigua Grecia, teníamos líderes cuya voz era respetada y solo se permitían algún escándalo sexual, pero nunca económico.
¡Qué tiempos aquellos en los que éramos la reserva espiritual y cultural de occidente”, pero como dijo una cantante española…” se nos acabó la dignidad de tanto dejar de usarla”! En mi memoria tengo como referencia del declive de la Unión Europea el día que dimitió la canciller alemana, Ángela Merkel o antes Margaret Tacher y……
Un sunami de irrelevancia, mediocridad, corrupción y ausencia de valores morales nos desbordó y desde entonces hasta nuestros días y no ha aparecido en el mapa político europeo ningún personaje que merezca ser llamado líder, que tenga un apoyo significativo de su pueblo y que no esté salpicado por asuntos de los que no se avergüenzan.
Europa que ha sido el único espacio cultural, con valores tradicionales y con historia secular que existe en el mundo , camina hacia la irrelevancia.
Estados Unidos tiene “lo que da la tierra”, un popurrí de ciudadanos que siguen buscando una respuesta a cuál es su identidad y, por no recorrer con palabras y definiciones lo que es el resto de otras geografías, diré que el síntoma del deterioro global del mundo en el que vivimos es la traición a nuestra tradición, representada por Emmanuel Macron y los mariachis europeos del momento que, salvo alguna excepción, chapotean en la mediocridad, la irresponsabilidad y la corrupción económica o moral.
Europa debe volver a ser Europa y exigiese a si misma que nos gobiernen lideres con experiencia en vez de parvenus sin cultura, experiencia ni dignidad.
Mientras gobierne el nuevo Sheriff de los Estados Unidos sin más principios que su falta de principios democráticos, debe recuperar el liderazgo y el respeto a una tradición de valores que hoy tampoco defienden los “alumnos en prácticas” que nos gobiernan.
Diego Armario