El engendro que el consenso progre llama “violencia de género” no es más una ideología supremacista y excluyente que debe ser desenmascarada
Resulta imprescindible librar la batalla del debate ideológico, y explicar a la sociedad española que negar la violencia de género no supone en ningún caso desproteger a las víctimas sino todo lo contario.
Argumentarlo resulta bastante sencillo como hice en los Pactos de la Villa (julio 2020). Así, basándonos en el principio de la no discriminación cualquier persona debería ser atendida en función del riesgo que tenga en un determinado momento, independientemente de quién sea.
Pongo un ejemplo, un vecino está en riesgo de perder la vida y el resultado es que sufre daños, ya tenemos a una víctima por agresión, ¿deberíamos plantearnos si es hombre o mujer, niño o niña, extranjero o nacional? Creo que no, tampoco resulta relevante preguntarnos por su edad, por su orientación sexual.
A priori, nadie defendería que se pueda dejar al vecino desatendido. Otra consecuencia directa sería asegurar el tipo de atención que debe recibir la persona en función de sus características y circunstancias personales, así como analizar el motivo de la agresión con el fin de prevenir que hechos violentos vuelvan a repetirse con otras posibles víctimas.
Llegados a este punto, vemos claramente todo lo que la ideología de género niega debido a su naturaleza excluyente: solamente son víctimas las mujeres. Y como consecuencia, pretenden negar la atención necesaria a quien ha sido dañado, sea hombre, mujer, anciano, joven, niño o niña.
¿Existen hombres agredidos e incluso asesinados por sus mujeres? Evidentemente sí. ¿Existen niños varones violados? También. ¿Existen niños asesinados por sus madres? Se sorprenderían si les digo que la tasa de asesinatos de menores es mayor que la de las llamadas víctimas de “violencia de género” y que en casi un 70 % los perpetran mujeres.
Pero de esto nadie habla porque la ideología de género lo impregna todo, y niega la existencia de otras víctimas si éstas no encajan en su tipología.
Y me dirán que es evidente que existen crímenes con componente machista ¡Pues claro! ¿Quién lo discute? Pero también por celos; por enfermedades mentales; por drogodependencias; o los perpetrados por agresores cuya cultura social les ha enseñado que las mujeres son inferiores.
Pero la ideología de género impide y oculta estudios, clasificar los tipos de agresiones, analizar causas y consecuencias, y por supuesto, negar la atención que debe recibir cualquier víctima.
La “violencia de género” se basa en una ideología que no quiere entrar en competencia en la asignación de los fondos, es decir, les gustan las subvenciones.
Y a su vez, impone un componente psicológico supremacista social que niega sistemáticamente la existencia de otras víctimas en una arrogancia impregnada de dogma incuestionable. Lo lamentable es que semejante argumento lo han asumido todos los partidos políticos a excepción de VOX, quebrando las bases de la igualdad de los ciudadanos.
Y yo me pregunto, ¿cómo tal aberración ha conseguido tanta aprobación social? Considero que por una parte se ha debido a las ingentes cantidades de dinero de las que viven asociaciones, fundaciones, empresas y medios de comunicación, a través del saqueo insaciable de nuestros impuestos que son utilizados para hacernos creer que “la violencia de género” es única e insoportable.
Que las mujeres vivimos en riesgo de muerte permanente simplemente por el hecho de ser mujeres, y que el único culpable es el hombre por ser hombre. Esto nos conduce necesariamente a que un hombre nunca pueda ser considerado víctima, si es por ejemplo asesinado por su mujer o, en caso de producirse esta circunstancia, sea considerado un hecho atípico o accidental que es preciso obviar. Por eso existirán víctimas que jamás podrán tener la condición de tales.
Otra respuesta es que como sociedad hemos querido ayudar a visualizar una realidad que evidentemente existe, sí, mueren mujeres asesinadas a manos de sus parejas, si bien nunca se analiza si existen mujeres que matan a las suyas, o si las víctimas de “violencia de género” lo son más o menos en comparación con otras violencias, porque no nos engañemos, la clave del éxito del supremacismo es su exclusividad y, por cierto, desde un punto de vista simplemente estadístico es en una gran mentira.
Por eso para sus defensores resulta imprescindible silenciar e invisibilizar cualquier tipo de violencia que no entre dentro del paradigma de la ideología de género, así las mujeres solo pueden ser víctimas y nunca agresoras. Esto explica el porqué era tan necesario indultar a Juana Rivas o a María Sevilla después de haber sido condenadas por los tribunales.
Esta mezcla de dinero, exclusividad, estadísticas que no pueden compararse con las de otras víctimas, junto con un discurso unánime, ha dado como resultado ese dogma incuestionable que ocupa horas diarias en los medios de comunicación y, que se acompaña de una liturgia con sus minutos de silencio cada vez que una mujer es asesinada por un hombre heterosexual con el que mediaba o medió una relación sentimental.
Por supuesto, ni un hombre, ni un niño asesinado por su madre entrará dentro del rito, pues como es sabido, estas víctimas son simplemente una desviación errónea que resulta necesario ocultar.
Ahora toca como sociedad, desenmascarar a la “violencia de género” junto con su ideología discriminatoria, supremacista y excluyente para proteger a todas las víctimas reales.
Arantxa Cabello
Concejal Vox en el Ayuntamiento de Madrid
ÑYV España