No es de extrañar que tras décadas de bombardeo incesante de propaganda zurda a través de la educación, medios de comunicación y entretenimiento, muchos compatriotas hayan asumido un relato absurdo según el cual, tras la Guerra Civil, España quedó sumida en la oscuridad durante cuarenta años.
Y no exagero un ápice si afirmo que millones de españoles se aferran hoy a la caricatura de una España franquista donde una especie de orcos con chistera, casco y sotana, bárbaros enemigos de la Razón y la Cultura, reinaban sobre un páramo en el que no podía crecer la hierba.
De nada sirvió que el republicano Julián Marías desmintiese aquella falacia hace mucho –“La vegetación del páramo” (La Vanguardia1, 1976)–, porque, el caso es que El Partido ha conseguido perpetuarla y, de paso, hacer olvidar al filósofo.
Naturalmente, en la España de Franco no se suspendió el ejercicio de las artes, ni desapareció la Cultura, ni se dejó de escribir, ni se prohibió leer. Efectivamente, mucho se ha hablado y escrito de la censura durante la dictadura, pero ¿acaso no es peor la autocensura de hoy bajo una falsa democracia? ¿O a dónde conduce la “corrección política” sino al “pensamiento único”?
Contra lo que dicta el discurso oficial, lo cierto es que muchísimos artistas españoles en los años treinta se sumaron al bando nacional al ver en peligro su vida y la continuidad histórica de España.
A fin de cuentas, después del destrozo del patrimonio histórico-artístico llevado a cabo por los milicianos republicanos desde 1931 –quema de iglesias, derribo de monumentos, robo de objetos artísticos y destrucción de miles de libros y obras de Arte–, tampoco cabe sorprenderse.
Porque, aunque decir estas verdades esté prohibido, y ya son varias las generaciones de españoles que las ignoran, hay que recordar que desde el Partido –antes y durante el Frente Popular– se alentó un odio enfermizo contra “lo antiguo” y sus militantes se dedicaban a quemar bibliotecas y escuelas pías, profanaban tumbas, saqueaban museos, palacios, casas y Montes de Piedad, o disparaban a las imágenes religiosas.
Por contra, los nacionales defendían las tradiciones, empezando por respetar la Cultura y el legado de nuestros ancestros; de modo que, tras la Guerra, numerosos escultores se dedicaron a rehacer las imágenes destruidas.
Fueron necesarios mucho tiempo y trabajo para paliar aquel daño irreparable infligido a nuestro Patrimonio…y, sin embargo, es curioso cómo se lleva cincuenta años mintiendo al personal durante la Semana Santa, hablando en las televisiones del ¡“Cristo de Mena”!. Cuando la imagen que hoy se venera es de Francisco Palma Burgos y ¡fue realizada en 1941!, ya que la original, obra maestra del siglo XVII, fue quemada junto a la iglesia que la albergaba en ¡mayo de 1931!.
Pero como la verdad molesta, los medios de manipulación están para lo que están, la presunta oposición se suma a la condena de Franco, en los institutos y universidades se ocultan estas cosas, los adultos no tienen ni idea de la Historia y son muy pocos los que leen, lógicamente, la propaganda impera.
De hecho, podríamos pasarnos toda la vida intentando desmontar las falacias propaladas impunemente por los enemigos de la Libertad, la Nación y la Democracia en los últimos cincuenta años… y no acabaríamos nunca.
Eso sí, nunca dejaremos de contrarrestar todo ese falso relato contando todo aquello que la apisonadora propagandística socialista quiere ocultar, y aprovechamos la ocasión para felicitar a la “Asociación por la Reconciliación y la Verdad Histórica”, por su constancia en la defensa de nuestro Patrimonio Histórico-Artístico.
ÑTV España