¿Alguien esperaba algo de estas nuevas elecciones en Cataluña? ¿O lo esperaba de las pasadas en Vascongadas? ¿O de las gallegas? ¿O lo espera de las próximas sean donde sean? ¿Para qué tantas cábalas en todas ellas? ¿Para qué haber perdido tanto tiempo y tantos esfuerzos de tantos «listos analistas” si todo está muy claro?
PSOE y Juntos al alza, o sea el dictador Sánchez y el prófugo, ya por poco tiempo, Puigdemont, y encima nos dicen que a eso se le llama y significa «batacazo» separatista y que el separatismo no consigue mayoría. ¡Hay que joderse!
Los derroteros por los que camina España son los mismos desde hace cuatro décadas… o más. Nada ha variado, todo obedece a una misma dinámica: un proceso de disolución lento –y a veces no tanto–, pero imparable, con pasos cortos, pero sostenidos, sin prisas –y no siempre–, pero sin pausas… incluso alguna que otra vez un aparente paso atrás, pero siempre después de haber dado dos grandes adelante para que el personal no se mosquee.
Da igual que si éste o aquél ha subido o bajado en esta ocasión, y al contrario en la anterior o en la siguiente. Da igual. Todos son lo mismo, todos están en el ajo, todos cumplen con el papel que les han asignado, que se han repartido.
Todos, incluso y sobre todo sus votantes, que es donde está la clave, porque sin ellos, si los votantes de unos y otros reaccionaran, salieran de su estupidez y se desprendieran de la idiocia que les corroe, otro gallo cantaría a esta España que se diluye, que se nos escapa cada día un poco más entre los dedos, porque somos los españoles los que nos desentendemos de ella, miramos para otro lado, nos encogemos de hombros y pasamos la vida viéndonos el ombligo, alucinados, obnubilados y engreídos, consolándonos con que “no, eso no pasará”… aunque ya está pasando, lo estamos viendo y lo que nos queda por ver.
Somos la única nación y el único pueblo que se regodea en destruirse a sí mismo, creyendo que nada va a pasar, cuando ya está pasando.
Nadie nos entiende porque es imposible entendernos, porque la sinrazón, la demencia, la locura, la enajenación, no tienen explicación racional posible; eso sí, que no nos entiendan en realidad les da igual, porque lo que sí hacen es aprovecharse de nosotros.
España sigue dando pasos hacia su propia extinción, víctima sólo de sí misma; no hay parangón, ni caso igual en la historia moderna; sólo en la antigua y los que hay lo fueron por seguir los mismos pasos que ahora nosotros.
Da igual las elecciones que se celebren, da igual, generales, autonómicas o municipales, porque nada va a cambiar, porque el problema está en los españoles de esta época y mucho me temo que en los que ya están a las puertas por edad.
¿Solución? Yo no la atisbo ni en el más lejano horizonte.
¿Un milagro? Los milagros no caen del cielo así porque sí, hay que trabajarlos: a Dios rogando, pero con el mazo dando, sin estas dos premisas no ha habido nunca un milagro y menos del tamaño que necesitamos.
¿Tenemos lo que merecemos? Sí, porque no aprendemos de nuestra historia, por eso la venimos repitiendo desde hace ya varios siglos y, claro, en sus peores partes, algo en lo que tampoco hay caso igual en la historia de la Humanidad. Lo siento.
Francisco Bendala Ayuso (ÑTV España)