Este sustantivo tiene diversos significados –alguno, hasta simpático y gracioso—pero, generalmente, lo empleamos en sentido negativo e, incluso, como la cima de lo repelente. En este sentido peyorativo resulta insuperable por insoportable.
Como la chulería es de por sí, inaguantable, lo normal es que la gente inteligente resuelve el problema esquivándolos y evitando su presencia. Peor lo tenemos cuando por razones de trabajo o de gestión, no te queda más remedio que tenerlos cerca.
Corre por ahí un conocido chascarrillo sobre cierto tipo de individuos que dice: “el mejor negocio sería comprarlos por lo que valen y venderlos por lo que ellos creen valer”, que, sin duda, le encaja perfectamente al chulo.
La chulería de por sí, es inocua, lo malo se presenta cuando el chulo tiene poder, porque su narcisismo le imposibilita guiarse por el sentido común y, por lo tanto, lo infalible es verle siempre estrellarse. El chulo en la concavidad cerebral solo tiene humo, la materia gris se le ha volatizado. Si dudan de mis afirmaciones, tienen muy fácil verlas confirmadas cada día con la simple observación de la actuación del inquilino de la Moncloa.
Cuando los historiadores del futuro -que habrán conocido a Pedro Sánchez—intenten explicarse a sí mismos y a sus lectores, quien fue ese individuo y analicen sus políticas y su relación de gobernante con los ciudadanos españoles, o bien, lo hagan considerándolo un simple ciudadano de una nación civilizada –cuya Historia fue siempre deslumbrante-, se van a topar con “lo inexplicable”
Consecuentemente, sus meninges cerebrales se pondrán al rojo vivo, con peligro de explotar, ante sus deducciones sobre el personaje y dudarán entre catalogarla como chulo o como loco de atar. Solamente un chulo –sin capacidad para elegir rumbo– puede cometer tantos errores y seguir imperturbable hacia el abismo.
Es necesario exponer algo fundamental…: o sea, que no debemos confundir al chulo-instrumento de la liquidación de España- con “el verdadero responsable” de la misma. Personalmente -y por larguísima experiencia- ya estoy inmunizado contra confusiones de esta índole y quienes me conocen desde hace décadas, saben que mi obsesión es luchar para que los periodistas, los escritores, los comunicadores, los creadores y manipuladores de opinión, despierten y no sean víctimas del Poder Supremo que gobierna el mundo y “elige con tiempo” para su guerra contra la Iglesia Católica y España a sus futuros colaboradores… Tema fundamental en la Historia. Por supuesto, en la de España pero, igualmente, en la Universal.
Como siempre se aprende algo, descubro ahora la novedad de comprobar la utilización de un chulo como principal “juguete-instrumento” de la Sinagoga de Satanás en su lucha contra España.
Tristemente es un “dato pesimista”, pues nos muestra la depreciación sufrida como potencia respetada y temida… En tiempos pasados, la bimilenaria organización sionista, elegía gente de peso -luego recordada—mientras que, ahora nos tienen por tan poca cosa que han seleccionado a un payaso chulo, como mascarón de proa de su nao capitana. Comparen, por ejemplo, a esta lumbrera socialista con Manuel Azaña o Mendizábal y se entenderá mejor lo que pretendo comunicar.
Y pregunto: ¿Cómo es posible que semejante elemento pueda reírse de cuarenta millones de españoles, con el mayor descaro y sin la reacción pertinente? Entre los responsables de la defensa de nuestra Patria y sus valores -por vocación y por contar con los medios suficientes- ¿no hay nadie capaz de cumplir con su deber?
¿No hay nadie entre ellos, con claridad suficiente de ideas e inteligencia mínima para hallar el modo de salir de esta vergüenza nacional, elaborando la estrategia precisa y actuando en consecuencia? ¿Tan cortito, inexpertos e inútiles son? O ¿es que, ante todo y sobre todo, son cobardes, cómodos e irresponsables? No hace falta ser un superhombre, ni un genio, para rescatar a España del estado comatoso en que se halla.
Cierto que tenemos enfrente al Poder Supremo “sin rostro” pero, ni la Iglesia Católica, ni nuestra Patria le han tenido miedo nunca mientras él, sí las temía y las respetaba a los dos. Desde hace sesenta años, las cosas han cambiado, por eso, antes de partir y mientras pueda, seguiré insistiendo en que la “vida es milicia”…, no diálogo, ni consensos.
Esta fórmula, tan aplaudida, es la peor “quinta columna” que ambas –España y la Iglesia—tienen como el más eficaz colaborador de su enemigo mortal.
Gil de la Pisa Antolín (ÑTV España)