Podemos ha vuelto a sacar pecho en el Congreso, esta vez votando a favor de un embargo de armas a Israel. Tras su habitual numerito de dudas existenciales, “no, pero sí, aunque tal vez no”, finalmente apretaron el botón correcto y se colgaron la medalla. El problema es que la medalla brilla tanto como las monedas de chocolate en Navidad: mucho envoltorio, cero valor real.
El embargo aprobado no cambia absolutamente nada en el terreno de juego. Israel no se inmuta, las armas siguen circulando por otros canales y la guerra continúa con la misma crudeza de siempre. Mientras tanto, en Egipto se negocia la paz de verdad, con gente que se juega algo más que un tuit o un titular. Aquí, en cambio, se interpreta el teatro de la “conciencia limpia”, sabiendo de antemano que el gesto es tan inútil como abrir un paraguas dentro de casa para parar la lluvia.
Lo cierto es que lo único que se ha conseguido es darle a Podemos un balón de oxígeno… pinchado.
Porque a nivel internacional, este embargo no embarga nada; a nivel práctico, no aporta nada; y a nivel político, es puro postureo para poder presumir de coherencia en los pasillos. Es el equivalente a aplaudir frente al televisor: ruido, satisfacción personal y cero incidencia en la realidad.
Mientras en El Cairo se escriben páginas decisivas, en Madrid se redactan notas de prensa para alimentar egos. Y es que, en la política de escaparate, lo inútil también tiene su hueco… siempre que sirva para salir en la foto.
Salva Cerezo