Pawel B. Axelrod, revolucionario marxista y destacado dirigente menchevique, fue el principal opositor a los postulados bolcheviques, lo cual le llevo a decir: “el grupo de Lenin debe señalarse como una banda de “centurias negras” y como criminales vulgares dentro de la socialdemocracia”
Salvando las enormes distancias del tiempo, las intelectuales y las de capacidad bien podíamos hacer un paralelismo, sin utilizar ni vaselina ni calzador, para referirnos al gran estafador de la Moncloa, una especie vulgar y zafia de político “mil leches”, avalando la siniestra existencia de las “centurias negras” del ministerio de Igualdad empeñadas en un sangriento combate contra el feminismo racional y sensato, y lo que es más preocupante y serio, propugnando el maltrato a la infancia en las “leyes” que se promulgan desde ese estercolero infectado por el pútrido veneno del poder arbitrario y regalado por el sosias de Fernando VII.
Rara vez ha habido una revolución legislativa de tal calado y hecha a uña de caballo donde se atenta contra los elementales principios del orden social, familiar y constitucional, contra la natural convivencia ciudadana, siendo a su vez contestada y repudiada por la practica totalidad de los españoles; una cosa más que tenemos que agradecer a esta falsaria e incapaz democracia que nada o poco hace para defenderse de los enemigos criminales y totalitarios que se acercan a las urnas con total libertad y desparpajo.
¿Logrará alguna vez un gobierno de la España Constitucional reunir la fuerza suficiente para imponerse a sus enemigos? Con certeza que se podría lograr si existiese una disposición constitucional que obligara a todos los partidos fieles a la Constitución a unirse en cuanto la proporción de votos de los partidos totalitarios y criminales pasara de cierto límite, esto en las actuales circunstancias obligaría a prevenirse a su vez del Tribunal de Garantías, y por tanto la disposición aludida tendría que venir complementada con otra, de forma y manera que fuese efectiva contra los desvíos constitucionales del mismo Tribunal Constitucional.
Además de lo anterior, evidentemente existen otros procedimientos más expeditivos para garantizar el orden constitucional y la integridad territorial de España; por ahora, al ser calificados como “políticamente incorrectos” su disponibilidad, por el momento, es escasa.
De igual modo,— según las concepciones ideológicas del bolchevismo, las acciones de Felix Dsershinski, creador de la Checa soviética en diciembre de 1917, y sus colaboradores no se originaron por crueldad personal sino por el convencimiento de estar en íntimo contacto con el humanismo práctico y sirviendo a los objetivos supremos de la humanidad, es decir, desde su punto de vista los crímenes y matanzas constituían los postulados de una moral superior, “la revolucionaria”, que definitivamente inauguraría el reino de la justicia y la ética,— las comunistas/totalitarias “centurias negras” que habitan en la fortaleza del ministerio de Igualdad se sienten convencidas de la necesidad social de crear un satánico laberinto de mamarrachadas que se plasman en “leyes” incomprensibles y despóticas que provocan daños irreparables que ellas mismas niegan con el pretexto de contribuir cuanto antes a gozar del “paraíso” igualitario y feliz que nos proporcionará el sinérgico conciliábulo del comunismo internacional con el demoníaco globalismo capitalista.
Estos bodrios legislativos nos trasportan a unas encrucijadas sociales que desorientan a la ciudadanía, confundiendo y enredando los principios civilizados sobre los que se asientan la convivencia y el orden moral de la sociedad occidental; por no abundar en demasía en estos trastornos, nos referiremos a los más erosivos producidos por la denominada Ley Trans.
Después de toda una vida para responder a la pregunta ¿qué es ser mujer?, la repuesta tan arduamente trabajada por el movimiento feminista para equiparar la igualdad real y efectiva de las mujeres con respecto al hombre, cae en la cuerda floja al poner la autoidentidad de género en entredicho el original concepto de mujer, resultando que esta es incompatible con los presupuestos ontológicos de la calificada como violencia de género.
La naturaleza del ser en cuanto ser que lo hace único y determinable queda disfrazada en cierta medida por los presupuestos artificiosos y contrarios a la biología, la ciencia y la propia naturaleza.
Desde una perspectiva distinta, en algunos de los grupos del feminismo tradicional se oyen voces que denuncian que el uso de pronombres no convencionales o designados por el individuo van en detrimento de la emancipación de las mujeres al oscurecer la condición sexual mediante el uso de estos pronombres “inventados” fruto del género “autoidentificado”.
En relación con los menores es cuando se pueden producir algunos efectos devastadores tanto para ellos como para la familia y el conjunto de la sociedad.
Como punto de partida se establece la sentencia del Tribunal Constitucional: “la norma que exige la mayoría de edad para la modificación registral del sexo condiciona la autonomía personal de los menores y su intimidad”; pero, ¿no será esa prohibición de acceso al Registro una forma de protegerles? El TC dice que NO, si nos encontramos con un menor “suficientemente maduro” y en una situación “estable de transexualidad”. Pero, ¿no es razonable y lógico pensar y determinar sin riesgo a equivocarse que adolescentes o niños “estables”, en infinidad de aspectos, es un oxímoron?
Si pasamos por alto la opción que a estos menores se les brinda, la de acceder al Registro para cambiar la mención de su sexo, vamos con posterioridad a ver como se les otorga la posibilidad de administrarles tratamientos farmacológicos—bloqueadores puberales, hormonación cruzada—para concluir en los quirúrgicos hasta llegar a la mutilación de diferentes órganos.
En función de la fase en la que se encuentren algunos tratamientos son difícilmente reversibles o definitivamente irreversibles; la vuelta atrás, la “detransición”, proceso por el cual se pretende revertir los cambios fisiológicos, anatómicos y psíquicos supone transitar por un tortuoso camino, para en muchas ocasiones, nunca alcanzar el fin.
Antonio Cebollero del Mazo 8ÑTV España)