La situación es grave. Un clamor social surge en las gentes dando forma al rechazo, a la crítica y a la insatisfacción que despierta entre la población la espesura política bajo cuyas sombras reposa la gobernanza de los españoles.
Pero la gravedad a la que nos referimos no está en la profunda incompetencia de la muchedumbre que forman nuestros responsables políticos. Al fin y al cabo estos nos recompensan con la comicidad de sus declaraciones y la hilaridad que nos provocan sus actuaciones. Dudo que a lo largo de la historia de nuestra nación haya habido una nebulosa gubernamental con mayor vis cómica que aquella de la cual disfrutamos.
Nos llevan a la ruina pero nos hacen reír. Acabarán con la nación española pero la muerte de la misma vendrá sumida en un océano de risas provocadas por la metodología utilizada en su destrucción.
Su codicia dineraria. Su apego al lujo. Sus gustos por la ostentación. Su desquiciado despotismo. Su cómica arrogancia. Sus altaneras palabras. Su fatua presencia. Sus vacuas palabras. Su anclaje en la mentira. Su vergonzante nepotismo… mientras el pueblo se muere.
Sus impúdicas corruptelas. Su ridículo empavonamiento. Su almidonada estulticia. Todo, en fin, no deja de estar rebosante de una intensísima comicidad grosera y negra. Un humor que produce estruendosas carcajadas oscuras y tenebrosas.
El aluvión de gabelas. El diluvio de prebendas. Las iniquidades sin cuento. Todas sus conductas nos recuerdan las pugnas protagonizadas por las aves carroñeras en pos de lograr los despojos que su garfíado pico anhela a fin de llenar sus insaciables tripas.
Primero los buitres, luchando entre sí, por introducir su cuello por alguno de los orificios naturales del cadáver de la res muerta, con el propósito de desollar sus vísceras y sus masas musculares; luego los quebrantahuesos, en pugna todos, aprovechando los tendones y las sanguinolentas migajas cárnicas que los buitres han dejado; más tarde los cuervos y las urracas, que con sus picos afilados rebañarán las pequeñas briznas de carroña, que adheridas a los huesos quedan. Vendrán seguidamente las arañas, las avispas, las hormigas, los gusanos… Por último las lluvias, los vientos, los soles y las nieves…y al fin otra vez verde, florido, soleado y limpio el paraje.
Son escenas que por su dureza, y haciendo un homenaje a Gabriel y Galán, nos fuerzan a decir, tal como el poeta extremeño exclamaba al contemplar las noches que aquel vaquerillo pasaba en el monte, a las solas y al cuido de las vacas, que hacen de acero los cuerpos y hacen de oro las almas. Son imágenes que nos ponen frente a frente con la recia y brutal crudeza que la desnudez de la Naturaleza nos muestra. Induciéndonos, al mismo tiempo, a comprender, avergonzados, el comportamiento de nuestros mandatarios.
Pero al decir que la situación es grave, no nos referimos al espectro político cuyos miembros, al fin y al cabo, nos recompensan generosamente con la hilaridad que nos producen sus rapiñas, latrocinios y sus inconfesables y grotescas formas de actuar.
Calificábamos de grave la situación porque ya empiezan a surgir voces, aunque discretas, si con cierta repercusión social, que solicitan ciertos cambios en el entorno educativo. Voces dirigidas a paliar de algún modo la gilipollización generalizada que comienza a percibirse en los diferentes segmentos de la población española.
¿Se debe este fenómeno a un cierto mimetismo de las hispánicas gentes con los políticos que ellas mismas eligieron para su gobernanza?. Esta es una pregunta a la que la ciencia, hoy por hoy, no ha podido dar respuesta.
Juan José García Jiménez (ÑTV España)