Análisis ante las próximas Elecciones Generales
En el Partido Popular se toman posiciones ante un casi seguro Gobierno de Núñez Feijóo, y el peligro estriba en que no necesite a VOX para gobernar. Algo verdaderamente grave si tenemos en cuenta, que Feijóo ya ha fichado al economista Luis Garicano, de conocida proximidad al financiero internacional George Soros, que será quien dirija la nueva “cocina” en el PP, la Fundación REFORMISMO 21, creada por Feijóo, que condesará el proyecto del Gobierno del PP. Un proyecto que contribuirá a un programa de reformas que se ocultan.
En un tiempo de ira y destrucción como el que vivimos, con un sistema político corrupto y corruptor que lo ha infectado todo y a todos, cuyo mayor exponente es la construcción del Estado de las autonomías: diecisiete gobiernos y dos ciudades autónomas.
Verdadero enjambre de clientelismo mafioso al costado de la nación. Quiero pensar que las próximas Elecciones Generales pueden marcar un antes y un después en la evolución política de España. Digo que quiero pensarlo, porque hay síntomas, evidentes y suficientes, de que millones de españoles están dándose cuenta de hacia dónde nos conduce este sistema. Por eso, lo prudente es amoldarse a las circunstancias.
De lo que se trata, es de ir ganando terreno y asegurarlo. Seguro que esto favorecerá otras alianzas, cara al objetivo, que no puede ser otro que la destrucción de este sistema. Sin olvidarnos de la jefatura del Estado, cuyo representante no está sujeto a responsabilidad, porque sus actos carecen de validez sino están refrendados.
Un sistema que facilita que ETA-Bildu haya ocupado mayor espacio de poder en Vascongadas, que, más allá del consorcio que ha mantenido con el Gobierno de Sánchez, obedece a dos razones: a que una parte importante de la sociedad vasca está podrida, y al hecho de que cuando ETA decide dejar de matar, se convierte algo ficticio.
Una ficción a la que contribuyó el Partido Popular que negoció con ETA, a cuya banda denominó “Movimiento de Liberación Vasco”, que concedió perdones y hasta la máxima distinción honorífica del sistema a reconocidos terroristas: Mariano Onaindia y Theo Uriarte. De ahí, lo que pasa hoy, porque no todo el mundo experimenta algo que ya no existe.
Así pues, ETA ha demostrado que su narrativa se puede reinterpretar porque se ha olvidado el contexto, reprimido como una cuestión de conducta o con un significado de omisión, de lo que se deduce que su trayectoria esté llena de interrogantes para una buena parte de la sociedad.
Me remito a la “información clasificada” como Secreto de Estado, al que la propia Constitución concede una importancia fundamental. Algo que queda meridianamente claro en el artículo 105 b), recogido dentro del Título IV “Del Gobierno y la Administración”, que afirma, que la ley regulará “el acceso de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo que afecta a la seguridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la intimidad de las personas”.
Sin embargo, el terror que impuso ETA con la complicidad de todo el nacionalismo y la izquierda vasca, es un mundo inabarcable, del que se hablará siempre. La documentación para quienes se entretenga en el tema, será abundante. Y lo primero que se reseñará, será el silencio evocador de prácticamente toda la sociedad vasca ante el terror.
Con todo, el eco de las preguntas se hace más insoportable: ¿Cuándo y en qué condiciones empezó la decadencia del Estado de la democracia? ¿Por qué no darnos cuenta de que la historia podría haber tomado otro rumbo?
Hay que tomar posiciones para cargarse este sistema.
Pablo Gasco de la Rocha (ÑTV España)