Estamos llegando a unos extremos absolutamente intolerables, el gesto de esa perniciosa y malnacida individua, la tal Miriam Nogueras, una catalonia indecente que se atrevió, en un gesto de absoluto desprecio a todos los españoles, a retirar la Bandera Nacional en su comparecencia ante la prensa en el Congreso de los Diputados, deja bien a las claras en que país vivimos y, sobre todo, por quienes estamos gobernados.
Semejante gesto de desprecio y encima con una sonrisa cínica en su rostro sería inaceptable en cualquier país del mundo, desde Estados Unidos hasta Sierra Leona, sin embargo, aquí se pretende no darle importancia ya que todo lo que haga ese montón de basura que conforma su partido hay que aguantarlo por la deuda que los socialistas tienen contraída con esa colección de golpistas que solo aspiran a destruir España.
Esta individua cobra, ni más ni menos, que 117.698,84 e. anuales, un sueldo que le pagamos todos los españoles y al que, desde luego, muy pocos españoles, por mucho que trabajen, pueden aspirar. Sin embargo, esta individua lo percibe y encima tenemos que aguantar, además de ver su cara repugnante, que se ría de todos nosotros.
Partimos de la base que, desde el primer minuto, no se debió tolerar a ningún partido o grupo cuyo objetivo primordial sea la destrucción de España, toda vez que, de origen, se está conculcando la Constitución que, en su artículo 2º, consagra la unidad indisoluble de la Nación: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”, en consecuencia todos aquellos que tengan por objetivo su disolución, en todo o en parte, deberían considerarse ilegales a todos los efectos y ser perseguidos como tal.
Podemos jugar a ser los más demócratas del mundo, lo más tolerantes, sin embargo, hay principios que son inmutables y este, el de la Unidad de la Patria, es uno de ellos y, por tanto, quien pretenda conculcarlo tiene que ser perseguido, juzgado y condenado.
Es imprescindible que sea quien sea el que gobierne, da igual las siglas y las ideologías, no caiga en la tentación, por un puñado de votos, de tolerar que se trasgreda así la norma fundamental que rige la Nación y, por tanto, hay que exigirle que se cumpla la Ley hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga.
Esta tipeja -no merece otro calificativo y para eso siendo muy generoso- tiene que ser sancionada y repudiada y si no se hace, quien eluda sus responsabilidades, se convierte en cómplice o encubridor de acciones como esta y, consecuentemente, del deleznable gesto de esta individua.
Confiamos, aunque tal vez seamos demasiado optimistas, en que, por quien corresponde, la tipa esta sea sancionada y que se le exija una reparación de la ofensa a la mayor brevedad posible ya que, de no hacerlo, el Estado en sí mismo queda en entredicho.
¿Qué más se puede tolerar? Toda esta gentuza se niega, de forma sistemática, a hacer ondear la Bandera Nacional en los edificios de su Región, en la misma medida que no permite que a los niños se les eduque en español, pese a las reiteradas sentencias de los más altos Tribunales que así se lo exigen.
Persiguen que en los establecimientos catalanes se dirijan a los clientes en español, en igual medida que obligan a que la publicidad comercial sea en catalán exclusivamente. En sus medios de comunicación, pagados por todos los españoles, se ofende a España diariamente.
Pese a ser condenados y posteriormente indultados, con el fin de mantenerse los sociatas en la Moncloa, no solo no se arrepienten, sino que amenazan con repetir su dudosa “hazaña” y, además de todo eso, hay que soportar que una tipeja como esta se permita el lujo de retirar la Bandera Nacional del edificio en el que radica la soberanía del pueblo español sin que tal acción tenga consecuencia alguna, ¿qué más nos queda por aguantar de toda esta gentuza?
¡Ya está bien! No todos estamos dispuestos a que nos meen en la cabeza y que tengamos que decir que está lloviendo, algo a lo que parece se está acostumbrando el pueblo español.
Eugenio Fenandez Barallobre (ÑTV España)