Francisco Javier López Álvarez hace tiempo que perdió la vergüenza y por eso lo eligió Pedro Sánchez como portavoz de sus felonías. Hace falta tenerlos colgando como los toros en la dehesa para comparar a los miembros de la ejecutiva y demás funcionarios del Psoe en la sede de la calle Ferraz, con los judíos perseguidos por los nazis, porque un grupo numeroso de ciudadanos protestaban contra la ley de amnistía que hasta hace unos días era inconstitucional y ahora es una necesidad virtuosa que le están arrancando unos delincuentes a un presidente en funciones y sin dignidiad.
Este López del que hablo, que por mucho que euskaldunice su nombre es un traidor a las víctimas de ETA socialistas capaz de helarle la sangre a sus familiares vascos, y ahora dice que el derecho a manifestación y protesta en democracia es un comportamiento nazi.
Lo que va quedando del PSOE, al que hace tiempo se le cayeron la S de socialista, la O de obrero, y está a punto de quedarse si la E de Español, es la parte más sectaria e innoble de un partido que ha hecho importantes servicios a la democracia y que desde la llegada a su Secretaria General de Zapatero y Sánchez se ha convertido en una asociación a la que no le preocupa delinquir.
Pero mi héroe de cartón hoy es Paxti, una de las personas menos de fiar que está dando el nivel adecuado a estos tiempos sanchistas en los que tiene actitudes macarras con los periodistas que se atreven a criticarlos.
El derecho a manifestarse, aunque como ocurrió la otra noche la policía nacional detenga a un anciano que gritaba más fuerte que los demás ante un edificio particular sede del PSOE, solo asusta a los cobardes e indigna a los que como el tal López creen que protestar contra los suyos es una persecución antisionista.
No sé lo que pasará cuando termino todo esto pero el basurero de la historia ya ha dejado un espacio libre para que alli se depositen los restos de la ruina en la que han convertido a lo que fue su partido “la banda de Sánchez”.
Diego Armario
