Las elecciones del pasado mes de julio arrojaron un resultado claro que, sin embargo, ha llevado a nuestro país a una circunstancia de preocupación y perplejidad. Aunque los votos nacionalistas bajaron en su conjunto, y a pesar de que existe una mayoría de diputados conservadores en el Congreso, la aritmética parlamentaria y la ausencia de líneas rojas para el PSOE han hecho que la percepción del electorado español sea negativa con respecto al resultado de aquellos comicios. Así lo demuestra la encuesta de GAD3 que hoy publica este periódico.

La absoluta cesión de los socialistas con respecto a las exigencias de ERC, así como las fotos del presidente Sánchez con Mertxe Aizpurua o de Santos Cerdán con Puigdemont, y que evidenciaron una clara humillación para el constitucionalismo, han dañado gravemente el nivel de satisfacción de los españoles con el resultado electoral.

La percepción positiva de la jornada del 23J sólo alcanza el 50 por ciento entre el electorado de Sumar y los nacionalistas. Es muy significativo que incluso los votantes del PSOE se encuentren prácticamente divididos en la percepción positiva o negativa del resultado, lo que evidencia que la gestión poselectoral de Pedro Sánchez ni siquiera cuenta con un aval manifiesto por parte de sus votantes. En el centro-derecha, la percepción negativa se dispara.

El cómputo global es rotundo y pone de manifiesto que un 56,3 por ciento de los españoles hacen una lectura negativa del resultado de las pasadas elecciones y sólo un 29,5 lo aprueban. Esta percepción no sólo atañe al resultado, sino que responde a una política de pactos que, tras la investidura fallida de Feijóo, demostró que para el PSOE es preferible pactar con cualquier fuerza política antes que con la que ganó las elecciones.

La voluntad de los españoles de retomar una vía de concordia concentrada en las zonas más templadas del espectro ideológico ha quedado truncada. Que Sánchez se muestre dispuesto a pactar con EH Bildu, Junts y ERC antes que con el PP explica, evidentemente, la percepción negativa del electorado.

Sólo un 36,8 por cierto de los electores verían hoy como positiva una investidura que revalidara al actual presidente del Gobierno en funciones, un porcentaje que supone un apoyo muy precario para iniciar una legislatura que arrancaría con un escaso beneplácito social y en la que podríamos ser testigos de concesiones tan irreversibles como impopulares.

Según la encuesta de GAD3, hasta un 59,3 de los electores querrían volver a votar, lo que permitiría a la ciudadanía expresar sus preferencias teniendo en cuenta todo lo ocurrido desde el 23J.

Con todo, la estimación de voto no anuncia una revolución en el resultado y es muy posible que el escenario quedara abierto aunque, en esta ocasión, ningún español podría llevarse a engaño.

La encuesta que hoy publicamos plantea un reparto de escaños en el que la suma del PP y Vox, en esta ocasión, sí alcanzaría por la mínima la mayoría absoluta. Entre los potenciales socios de Sánchez, sólo el BNG y Junts se verían beneficiados, aunque los márgenes entre bloques siguen siendo muy estrechos.

En estas circunstancias, parece razonable asumir que la celebración de unas nuevas elecciones en las que pueda pulsarse de otra vez la voluntad de los votantes sería el contexto más garantista y respetuoso con el sentir de los españoles.

De lo contrario, corremos el riesgo de iniciar una legislatura con apoyos frágiles y, sobre todo, con gran parte de la población descontenta con las posibilidades que arrojó el resultado del 23J.

ABC

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Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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