En diciembre de 2019, el Partido Socialista se prestó a componer lo que entonces fue una foto inédita. En el marco de las negociaciones de investidura de Pedro Sánchez, Adriana Lastra y Rafael Simancas se reunieron con Oskar Matute, Gorka Elejabarrieta y Mertxe Aizpurua. Aquella imagen convulsionó a la opinión pública ya que suponía un hito en la normalización de los herederos políticos de la banda terrorista ETA. Tanto es así que dos personas acostumbradas a realizar labores comprometedoras dentro del partido, como Simancas y Lastra, no pudieron ocultar en su semblante la excepcionalidad del hecho.

Cuatro años después, no son dos subalternos los que con rostro severo aceptan el encuentro con Bildu, sino que es el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, con gesto jovial y con una sonrisa que quedará para la historia negra del partido, quien ha decidido fotografiarse con una condenada por apología del terrorismo como Mertxe Aizpurua.

Al PSOE le hemos visto cruzar muchas líneas rojas en los últimos años. Hemos sido testigos de cómo ha sido capaz de retorcer sus principios originales y cómo se ha permitido desconectar emocionalmente de quienes fueron sus padres fundadores. Sin embargo, la definitiva naturalización de EH Bildu supone un hito excepcional incluso para Pedro Sánchez.

La formación ‘abertzale’ no es un partido político entre otros. En las elecciones del pasado 28 de mayo esta formación política concurrió con 44 personas condenadas por terrorismo, siete de ellos por delitos de sangre. La conexión simbólica y emocional entre EH Bildu y el sanguinario terrorismo etarra no es accidental y ni tangencial. Muchos de sus políticos han participado y alentado homenajes a terroristas y gran parte de la gramática política de los de Otegi demuestra una herencia directa con ETA.

Recordemos que hace apenas una semana, en el Ayuntamiento de Vitoria, EH Bildu se negó a apoyar el manifiesto de condena de la profanación de la tumba del socialista Fernando Buesa, lo que demuestra lo siniestro de un encuentro en el que Pedro Sánchez es capaz de normalizar el trato con un partido que no condena la profanación de la lápida de un compañero asesinado.

Que Sánchez es capaz de inaugurar nuevos límites morales con tal de ser presidente del Gobierno es un hecho probado a la luz de las constantes y persistentes concesiones políticas, jurídicas e institucionales que ha promovido. Sin embargo, no debemos dejar de subrayar la imprudente excepcionalidad y la asimetría que impone la normalización de EH Bildu como actor decisivo para la gobernabilidad de España.
Un nuevo paso que cumple, por cierto, la macabra profecía que en su día realizó Pablo Iglesias, cuando siendo vicepresidente del Gobierno dio la bienvenida a Bildu a «la dirección del Estado». La foto entre Pedro Sánchez y los políticos ‘abertzales’ comprometerá el futuro del socialismo y resulta hoy tan vergonzosa que Patxi López se ha negado a comparecer tras el encuentro, ante la evidente falta de argumentos con los que blanquear lo inaceptable.
Esta huida hacia adelante es, además, un signo de la mutación definitiva del PSOE. Después de criticar agresivamente a Núñez Feijóo, líder del partido más votado, por intentar su investidura, hoy en día el Partido Socialista sólo cuenta con el apoyo público de Bildu.
Todos sabemos que otras fuerzas políticas se plegarán a la solicitud de Sánchez, pero para la memoria de todos quedará la foto de ayer y cuáles fueron las primeras siglas que de forma explícita salieron al auxilio del PSOE de Pedro Sánchez en esta nueva etapa.
ABC

 

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Última Actualización: 13/06/2024

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