Cualquiera que analice con cabeza fría el proceder de las organizaciones políticas que se han repartido el poder en la partitocracia española durante los últimos 45 años advertirá que, en demasiadas ocasiones, han empleado ese poder en perjuicio de los intereses nacionales. A pesar de ello, por increíble que parezca, dichas organizaciones siguen recibiendo el voto de millones de españoles.
Con ese voto, por ejemplo, se ha mantenido una ley electoral profundamente injusta que, además, conculca gravemente el artículo 14 de la Constitución española, avalando la desigualdad de los ciudadanos en virtud de su origen. Y es que, recordémoslo, el voto de los españoles vale más o menos dependiendo de la región a la que pertenezcan. Es más, la ley electoral admite la sobrerrepresentación de partidos locales que proclaman abiertamente su deslealtad a España y que incumplen sistemáticamente la Constitución, dándose la chocante circunstancia de que el voto de un separatista que no acata las leyes vale más que el de un español que sí lo hace.
Ni PSOE ni PP han querido corregir esta tremenda anomalía porque, hasta ahora, la ley electoral les ha beneficiado en el reparto de escaños. Pero si es perverso que el interés de los grandes partidos vaya en detrimento del interés común, no lo es menos que los millones de ciudadanos discriminados por dicha ley electoral sigan respaldando con su voto a los partidos que permiten su discriminación. Llámese como se quiera: complicidad, irreflexión, estupidez… o acháquese a los medios y su poder para conducir a las ovejas… pero, finalmente, son los propios votantes quienes, con su decisión irresponsable e intransferible, avalan la existencia de españoles de primera y de segunda.
Con la perspectiva de los años, resulta evidente que PP y PSOE han favorecido a los enemigos declarados de la Nación… Y, haciendo depender de ellos la gobernabilidad, no sólo han promovido la desigualdad entre españoles, sino la inestabilidad política, el gasto irresponsable y el consiguiente empobrecimiento.
En relación con esto último, también llama la atención que una mayoría de españoles sigan prestando su apoyo a unos partidos “nacionales” que han empleado el Fondo de Liquidez Autonómica bastardamente para “compensar” a las comunidades más irresponsables y endeudadas.
Un trato de privilegio que abunda en la desigualdad entre españoles, pero que subraya, además, una paradoja: pues si el Plan Hidrológico Nacional fue interrumpido y cancelado debido a la “apropiación” por parte de los separatistas catalanes del tramo del Ebro que pasa por Cataluña, sin embargo, se permite un continuo trasvase de dinero del Estado al gobierno manirroto y desleal de dicha comunidad.
Por otra parte, PSOE y PP han destruido igualmente la división de poderes, sometiendo a los jueces a las directrices políticas. Pero los españoles siguen votando una y otra vez a esos partidos… respaldando así la politización de la justicia.
Analícense los muy recientes acuerdos entre el PSOE de Sánchez y el PP de Feijóo para la renovación del Tribunal de Cuentas y del Tribunal Constitucional. El primero de los pactos, destinado a despenalizar el uso –obviamente fraudulento– de dinero público para financiar “el procés” independentista en Cataluña. El segundo, para impedir que se admitan más recursos de inconstitucionalidad. Es decir, para permitir “legalmente” la violación de la Carta Magna con impunidad.
No hay que remontarse mucho para recordar cómo, tras el Golpe de Estado del 1 de octubre de 2017, los partidos “nacionales” consintieron dejarlo sin castigo; cómo PP, PSOE y Ciudadanos se pusieron de acuerdo para no aplicar efectivamente el artículo 155 de nuestra Constitución, y cómo, sin la denuncia de Vox, los golpistas ni siquiera habrían sido juzgados.
Por lo visto, los votantes del PP, del PSOE y los del desaparecido Ciudadanos parecen haber olvidado que Sánchez modificó recientemente las leyes para despenalizar los delitos por los que fueron condenados los golpistas1… Y prefieren mirar para otro lado ante su indulto –veremos si amnistía–… junto al de los sátrapas Griñán y Chávez.
Los dirigentes del PP se afanan en “pasar página” a todos los desmanes, fechorías y delitos cometidos por el PSOE… y los borreguitos del PP no quieren acordarse del “caso Faisán” y la colaboración con banda armada del PSOE de Rubalcaba. De hecho, el Partido Popular participó en el homenaje de Estado y blanqueamiento de aquel mentiroso compulsivo y todavía hoy lo justifican. ¡Cuánto duran los efectos de aquella amenaza a la oposición, a propósito del sistema de escuchas SITEL2!
Pero es que el mismo Feijóo aplaudió que el Tribunal Constitucional desestimase el recurso del PP contra la ley del aborto… Y sus votantes, presuntamente movilizados frente a una ley de marcado calado moral que afectaba a sus más profundas convicciones… decidieron aparcarlas una vez más para volver a apoyar a quien renegó de ellas en su nombre. Aunque fingen ignorarlo, ¡cuánto odian que se les recuerde! ¡y cuánto se envilecen al hacerlo!
Un último ejemplo de la convergencia de la partitocracia contra la Nación. A nadie escapa que la famosa Agenda 2030 es una herramienta del globalismo para disolver las naciones uniformando las conciencias. ¿Quiénes se han hecho cargo sucesivamente de la Secretaría de Estado para la Agenda 2030? Lógicamente, los más reputados rompepatrias: los comunistas. A saber: Ione Belarra, Enrique Santiago y Lilith Verstringe. ¿Y quién más? ¿Quién dijo aquello de que “la Agenda 2030 es el Evangelio”? El exministro excristiano Margallo, del Partido Popular.
¿Y quién permite que los fondos asignados por la Comisión Europea para adoctrinar a los niños europeos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 – pongamos por caso, en Madrid–, se destinen a tal fin? Isabel Díaz Ayuso y su corte de liberales.
Porque no olvidemos que la patria es la materialización de millones de voluntades para vivir en una comunidad cohesionada: unidos por una historia común, por la sangre, por la fe, por el idioma y por la tierra; con vocación de continuidad y unidad de destino. Y son las leyes emanadas de la Nación y la fuerza de sus compatriotas lo único que protege al individuo de ser deshumanizado y convertido en un simple átomo sustituible en el engranaje y “lógica del mercado”.
En resumen: unos respaldan el delito por sistema. Otros, carecen de principios y coraje. Todos ellos desprecian la Nación y conspiran contra ella. Unos a conciencia, guiados por el ansia de saqueo y poder; los otros, alelados, confiando en la Divina Providencia.
El PSOE y sus satélites continúan alimentando la envidia, el resentimiento y los bajos instintos de la chusma que les vota. Y los votantes del PP siguen confiando en un “cambio” que, por supuesto, merced a su propia inoperancia, nunca llega.
Filípides (ÑTV España)