Desde el siglo pasado, muchas personas promueven que se queden vacíos los escaños correspondientes a la abstención o a los votos en blanco; sin embargo, en ningún país se ha aprobado esta medida.

En 2010, se produjo un hecho histórico: en el documento “Europa 2030” de la Unión Europea, se incluía el resultado de una encuesta en todos los estados miembros, que reflejaba que la mayoría de los europeos creen que las generaciones de jóvenes vivían peor que las de sus padres, incluso en los países con mayor renta per cápita como Luxemburgo o Irlanda.

Ese mismo año, se publica el librillo ¡Indignaos!, por uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Podría afirmarse que en el año 2010, se hizo un reconocimiento institucional de la decadencia europea, siendo el culpable el sistema creado por las propias instituciones.

La reacción no se hizo esperar y al año siguiente, 2011, en España nació el movimiento 15-M que también fue llamado el movimiento de los indignados, en referencia al libro citado. El 15-M fue el germen de PODEMOS y con este partido político, el 15-M perdió la transversalidad. PODEMOS hizo desaparecer el 15-M, por lo que muchos indignados dejaron de apoyarlo.

Además del 15-M, han aparecido muchos otros movimientos y todos protestan contra la decadencia occidental.

Como respuesta institucional a la reacción popular antedicha, en 2018 Naciones Unidas y la Unión Europea publican datos sobre el nivel de corrupción, dejando constancia de que éste es el negocio más lucrativo del mundo y de la Unión Europea, superando España con creces la media europea y mundial.

Ese mismo año, apareció en Francia el movimiento de los chalecos amarillos contra el empobrecimiento masivo, que se extendió a sus países vecinos. Desde 2020, ha aumentado el empobrecimiento masivo y el totalitarismo, especialmente en la Unión Europea. Naciones Unidas ha criticado duramente al Consejo de Europa y a la Unión Europea, por proponer normas que vulneran los derechos humanos.

Hace unos días, propuse que se creara un partido político contra la corrupción, que no interviniera en las votaciones parlamentarias de leyes que no se relacionaran con el abuso institucional (corrupción), aunque probablemente debería votar en contra de la aprobación del totalitarismo y habitualmente de la ilegalidad de los reales decretos, así como evitar el fraude electoral que se perpetúa desde el año 2000, con la connivencia de la Administración Electoral, formada por más de 150 jueces y más de cien catedráticos y profesores universitarios.

La abstención de este partido político en la mayoría de los proyectos de ley crearía un efecto similar a dejar vacíos los escaños, en proporción a los votos en blanco o a las abstenciones, por eso lo he denominado abstención efectiva.

Creo firmemente que la abstención efectiva va a extenderse por todas las democracias y va a servir para acabar con la creciente corrupción institucional y con la decadencia, creando una auténtica revolución. Es posible que un grupo de expertos denunciantes de corrupción, constituyamos el partido político contra la corrupción, basado en los principios descritos en este artículo y en el anterior que se publicó como “Partido político contra la corrupción”.

Javier Marzal (ÑTV España)

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Última Actualización: 13/06/2024

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