La Agencia de Evaluación dependiente del Estado otorgará las autorizaciones para las aperturas de nuevas universidades. De esta manera Sánchez recentraliza las competencias universitarias para arrebatárselas a las comunidades. ¿También a Cataluña y País Vasco? Da igual. Se podrá excepcionar. Porque el dardo va dirigido a Madrid.
Pero no sólo. El dardo va dirigido a insistir en la estrategia del odio. Frente al espíritu de concordia de la Transición, la división y el enfrentamiento. Frente a la unidad, discordia. Frente a la reconciliación, revancha.
Es la estrategia del odio anunciada por Sánchez en su discurso de investidura: hay dos bloques y hay que levantar un muro entre ambos porque en un lado estamos los demócratas y en el otro la fachosfera, los antiderechos…
Pedro Sánchez haciendo que le interesan las explicaciones del Hospital Universitario de Asturias. Atentos a las caras de los ‘Cicerone’…
La división no es sólo entre derechas e izquierdas sino entre propietarios e inquilinos, entre empresarios y trabajadores, entre quienes pueden estudiar en una universidad privada y los que acuden a una universidad pública. Los primeros “se compran” el título en “chiringuitos” y “suponen una amenaza para la clase trabajadora”.
Son palabras de la vicepresidenta María Jesús Montero, una especie de ventrílocua de Pedro Sánchez. El ‘cambiacolchones’, más elegante, habla de calidad universitaria y desliza el insulto de “chiringuitos”. ¿Por ejemplo, el suyo, la Universidad María Cristina donde estudió él? Hipocresía universitaria.
Es verdad que hay un problema de calidad universitaria. Pero no es un problema de las universidades privadas, sino que está generalizado. Ninguna universidad figura en los ranking top de excelencia mundial. Y no lo hacen porque ha primado universalizar la enseñanza superior por encima de la excelencia. Así mejoramos el nivel de cultura general y retrasamos cinco años la incorporación de los jóvenes al mercado laboral, me reconocen. Voilá.
El objetivo no es la excelencia, es el revanchismo, el odio, en enfrentamiento. Y es premeditado. Sánchez es un peligro. No sólo para el bienestar, sino para la misma convivencia, para la concordia y la unidad. Vive en la división y necesita el enfrentamiento. ¿Es nuestra apatía el pecado que nos hace merecedor de esta condena?.
Luis Losada Pescador (Actuall.com)