La palabra de María Guardiola vale menos que el mocho de una fregona vieja y su lengua, portadora de su calderilla dialéctica, se aloja donde el ventrílocuo que la maneja le ordena.

Comoquiera que antes mantenía de asesor a un fanfarrón podemita que galleaba de tener más muescas en la culata de su revólver que Billy el Niño y que, como todos los matones de taberna sin huevos y sin coraje, proclamaba que iba a liquidar a Santiago Abascal, pues Maria Guardiola le metía la lengua a todos los vómitos ideológicos de Podemos haciéndolos suyos para proclamar, urbi et orbi, su imposibilidad física y metafísica para pactar y gobernar con Vox en Extremadura.

Y para darle fuerza a tan épico argumento, tan desproporcionado y ridículo como sus pendientes con la bandera extremeña, María Guardiola empeñaba lo que no tiene, su palabra, en un tono cómicamente calderoniano: “al Partido la vida y la hacienda se han de dar, pero la palabra es patrimonio del mejor postor, y ese está aún por llegar”. Y llegó. Ya lo creo que llegó, ¿verdad, María?

Y el mejor postor, que ha comprado en el mercadillo de María Guardiola la quincalla de su palabra, es el ventrílocuo que le ha ordenado meterse la lengua en el culo, sacársela y, después, pasársela por las botas a Vox hasta dejárselas más limpias que la conciencia de un bebé, desde lo alto de la caña hasta las espuelas.

María Guardiola ha obrado en consecuencia con sus propios intereses que, ¡et voilà!, son los mismos que los de su ventrílocuo de Génova, porque tiene un práctico concepto del honor, un pragmático sentido de la ética y un nulo criterio estético; he ahí esos pendientes suyos que para colgárselos de las orejas hace falta un estibador portuario; que es el mismo que había recibido la orden de colgarla a ella, con pendientes y todo, de una encina extremeña si no se metía la lengua en el culo para lustrarle las botas a Vox.

Y ahí está ella, primorosomante engalanada, requetedispuesta a la faena, dándole betún a Vox con sus palabras de hogaño, que valen tanto como las de antaño: menos que el mocho de una fregona vieja.

Eduardo García Serrano (ÑTV España)

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Última Actualización: 13/06/2024

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