Ora et labora, señora ministra, que en español significa: “Reza y trabaja”, es una máxima que se atribuye a la orden benedictina, la creada por San Benito de Nursia, cuya esencia se encuentra en su Lectio Divina – meditación estudiada de las Sagradas Escrituras-.
Con esta entrada, sólo pretendo hacer una reseña a la importancia que al trabajo se le daba en la Antiguedad, lo que viene a colación por la decisión de nuestra más célebre y televisiva abogada laboralista, la Ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, sobre la necesidad de reducir la jornada laboral. La pretensión de su ministerio es reducir la jornada actual que marca la ley en 40 horas semanales, a otra cuyo objetivo sea el de 37,5 horas en 2025.
Dudo mucho que la intención de la señora ministra sea la de mejorar la vida de los trabajadores, porque para tomar esa decisión, creo yo, no ha contado con nadie que medianamente se vea afectado. La unión de agricultores y ganaderos se opone frontalmente, la hostelería y el comercio también, y las asociaciones empresariales no te quiero ni contar. Entonces, ¿cuál es el motivo de cambiar la Ley?
En España, y para conocimiento de la señora ministra, tenemos una serie de problemas laborales, que desde luego nada tienen que ver con el número de horas trabajadas a lo largo de la semana. El primero de ellos es el alto índice de absentismo laboral.
La Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo ha publicado que durante el pasado año 2023, el número de bajas aumentó un 15% con respecto al año anterior; esto implicó un gasto añadido de 25.000 millones de euros (casi un millón y medio de trabajadores no fueron a trabajar los lunes según los datos de las Mutuas). Esto sí es un problema, señora ministra, que afecta gravemente a la productividad de España.
Un dato a tener en cuenta es que las bajas aumentan de forma considerable los lunes y disminuyen de forma milagrosa los viernes. De igual forma, por lo que más han aumentado las bajas es por enfermedades mentales…, y por dolores de espalda. Estas dos dolencias son de difícil diagnóstico y al menos a mí, me hace reflexionar señora ministra.
Si el absentismo es un problema grave y cronificado en España, no lo es menos el número de parados de larga duración con edad mayor de 50 años. Éstos suponen el 46,5% del total de parados en nuestro país, y debido a su edad representan un colectivo de difícil colocación.
¿No cree usted, señora ministra, que estos parados preferirían que el Ministerio de Trabajo se dedicase a dar iniciativas, para que ellos tuviesen una oportunidad de trabajar y acabar su vida laboral de forma decente, aunque fuese con la tortuosa jornada de 40 horas semanales?
Además, el hecho de que estas personas no tengan más opción que cobrar un subsidio desde los 52 años, en espera de alcanzar la edad de jubilación, supone un gran impacto psicológico y social.
Como de costumbre, cuando un político se encuentra alejado de la realidad, la medida la acusarán más las pequeñas empresas y los sectores como el comercio, la agricultura y la restauración.
Las grandes multinacionales, por lo general, ya trabajan menos de 40 horas. Y por supuesto, a los profesores y a los funcionarios no les afectará en absoluto porque ya trabajan bastantes menos horas.
La señora ministra, en su explicación sobre por qué debemos reducir la jornada laboral apela a que: “hay que repartir la productividad”. Vamos a ver doña Yolanda, la productividad es un término intangible, no se puede repartir ya que es un indicador económico que nos dice la capacidad que tiene una empresa de utilizar sus recursos para producir o dar servicios dando rentabilidad. Señora Ministra de Trabajo, me da un poco de reparo tener que recordarle esta simple definición económica, pero me he visto en la necesidad de hacerlo.
Por si no lo sabe, o no lo recuerda, en Francia se tomó una decisión similar, por no decir calcada, y se produjo el desastre: estancamiento salarial y poca flexibilidad laboral. Debido a esto, los propios trabajadores decidieron volver a sus condiciones laborales anteriores.
Debemos recordar que la Ley no afectaría ni a profesores que trabajan una media de 33 horas, ni a funcionarios que trabajan una media de 36 horas. Es más, y según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística, si descontamos vacaciones, enfermedades y tiempo empleado en la comida, los funcionarios trabajan una media de 30 horas. El único que sobrepasa la media de 40 horas es el empleador, el dueño de la empresa.
En otro alarde de lucidez, nuestra pizpireta ministra, ha dicho que nos va a librar del yugo de trabajar las mismas horas que hace 100 años. Yolanda, en honor a la verdad le tengo que decir, y es totalmente demostrable, que en el año 1929 en España se trabajaban 48,5 horas, en 1938 eran 47 horas, en 1980 fueron 40 horas, en 1990 se quedó en 38,9 horas, en el año 2000 ya bajó a 37,8 horas y en el año 2023 la media fue de 36,4 horas.
Luego, por favor, explíqueme usted de dónde saca el dato de que hace 100 años se trabajaban las mismas horas que hoy en día, cuando hemos comprobado que en ese período, y en España, se ha bajado de 48,5 horas trabajadas a 36,4 horas (según Our World in Data y Eurostat. Gráfico adjunto).
De lo que no cabe ninguna duda, señora ministra, es de que, el IMD Business School, en el último Informe de Competitividad, que como usted sabe señora ministra, es la capacidad de vender mercancías y servicios en un mercado global, destaca que sobre las 67 economías analizadas, la española ocupa el puesto 40, tras haber descendido cuatro puestos respecto al informe de 2023.
Con la intención de acabar de forma persuasiva y cordial, citaré a Solón -siglo VI-VII a.C.-, poeta, político, legislador y estadista, que fue considerado uno de los Siete Sabios de Grecia. En referencia al trabajo y al trabajador dijo con nitidez: “Para socorrer a la polis lo único útil es estimular y dignificar el trabajo del hombre libre”. Aproveche el consejo, señora ministra.
José Carlos Sacristan (ÑTV España)