Hay que ver para lo que da que una cantante decida desprenderse de la parte superior de su atavío y cante con las tetas al aire gritando «Revolución». Hay que ver cómo, ante el hecho, el feminismo oficial y gubernativo se alza cual si sobre el escenario viera a un émulo de la Pasionaria revivida (probablemente Pasionaria en sus años de fiel estalinista las hubiera mandado a un campo de concentración). Acontecimiento y comentarios que para no pocos nos hace exclamar: ¡Para lo que ha quedado el feminismo!

Lo mejor, es sin duda, el rosario de declaraciones altisonantes que hemos escuchado o leído, como si el hecho de cantar con las tetas al aire emulara el ponerse ante los tanques en la revuelta húngara de 1956 (perdón, no recordaba que esta fue para enfrentarse a los comunistas y su régimen democrático). Aunque para El País la artista cante «a pecho descubierto por la libertad de las mujeres» y ella brame que lanza sus tetas al aire «por que nadie nos pueda arrebatar la dignidad de nuestra desnudez». Una majadería en grado superlativo con apariencia de intelectualidad reivindicativa.

Entre las reacciones del feminismo oficial y gubernativo no ha faltado la intervención rutilante, de una aspirante a estrella. Las palabras de la poshippy-flower power-cuquipija, vestida cual si fuera musa de la «gauche divine», de la simpar Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz abrió su boca para ganar público y empoderarse como defensora del movimiento «Enseña tus tetas cuando actúes» (no se preocupen mis lectores que aún no existe, pero todo se andará). Lo ha hecho aprovechando el numerito publicitario (nuevo disco al canto) de Eva María Amaral envuelto en aires reivindicativos sobre la inexistencia de una futura proscripción de los derechos de las mujeres por parte de los que desean devolverlas a la caverna. Anotemos que la repercusión de su actuación sin este hecho no hubiera sobrepasado los límites de alguna reseña local y chats de fans irredentos.

Afirmar que con enseñar las tetas mientras se trabaja -eso es lo que estaba haciendo la cantante- se defienden no sé qué derechos de las mujeres, es una estupidez, un mantra edificado por la izquierda sobre una inexistente amenaza, que carece de fundamento.

Pero, aunque así fuera, ni de esa forma se defiende nada, ni se conciencia de nada. Al contrario se reduce todo a una fotografía con las tetas al viento que, al final, es lo único que queda por más titulares y tertulianos que se afanen en lo contrario. Todo ello orlado con la imbecilidad de afirmar más o menos que existe un miedo masculino con las tetas.

Nuestra particular comunista de salón y manual revolucionario universitario de los setenta/ochenta, del que aún viven Errejón, Echenique, Monedero, Montero e Iglesias, se ha apresurado a ilustrarnos con su estilo del «libro gordo de Petete» contándonos que, con sus tetas al aire mientras canta Revolución, la artista Eva Amaral representa a todas las mujeres (recordemos que Yolanda fue incapaz en un debate con Abascal de explicar qué entiende ella por mujer); lo que es un insulto a la inteligencia.

En realidad, ni Eva Amaral tiene más representación que la suya, ni ella ni Yolanda representan a todas la mujeres, ni siquiera a una mayoría de mujeres. Es un viejo recurso marxista la atribución de la representación de la colectividad. En todo caso, Yolanda no representa a nadie más que a sus votantes femeninos, que no son tantos o tantas -como se prefiera-.

Ahora bien, si considera que enseñar las tetas, exhibir las tetas, liberar las tetas de la opresión heteropatriarcal, es una muestra de lucha feminista, en vez de tanto agradecimiento, de tanto sacar pecho -nunca mejor traído-, de tanta solidaridad a la «valentía» ajena, ya sabe lo que tiene que hacer: en su próximo mitin actuar con las tetas a aire.

Francisco Torres García (ÑTV España)

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Política,

Última Actualización: 13/06/2024

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